jueves, 13 de diciembre de 2012

Sibyl Vane, de El retrato de Dorian Gray


Es realmente un personaje de aparición breve el de Sibyl Vane en El retrato de Dorian Gray, pero su importancia es mucha. Ella desencadena inocentemente el proceso de degradación moral que consume a Dorian  o, mejor dicho, a su retrato, porque él siempre está, en cuanto a su apariencia física, imperturbable.
Sibyl es una actriz adolescente de un teatro con apariencia de burdel en los suburbios de Londres. Su madre es también actriz pero ya fracasada y su hermano un fortachón sin talento ni vocación de nada que sueña con la fortuna. Es hija ilegitima de un noble que no pudo reconocerlos a ella y a su hermano porque tenía el pequeño defecto de estar casado.
Un día acude a su teatro de mala muerte el ocioso y aparentemente bondadoso Dorian Gray. Al verla actuar cree enamorarse perdidamente de ella. Sibyl, al no haber conocido el amor, lo busca en sus personajes y lo halla bien. Eso lo nota Dorian y de allí nace  su “amor” hacia la hermosa joven.
Pero la que sí se enamora y perdidamente es ella, y al encontrar el amor real, con el que sólo soñaba, ya no es necesario buscarlo en sus actuaciones, porque ése que antes la consolaba era solamente un amor ficticio.
Dorian decide casarse con ella. Pero no con la Sibyl humana, sino con la actriz, la irreal. Lleva a sus amigos Harry y Basil a verla actuar, presumiéndoles de antemano su gran talento. La actuación de la joven, que no puede fingir amor porque ya lo siente, resulta atroz. Los amigos de Dorian abandonan el teatrucho decepcionados y él casi se muere de la vergüenza. Desquita su coraje con Sibyl, la humilla y le rompe el corazón abandonándola.
Dorian no se arrepiente de haberla torturado con su desprecio. Pero al ver que esa maldad que habita en él ha causado estragos muy visibles en su retrato, decide recuperar su perfección haciendo la noble obra de casarse con ella. Lamentablemente no puede consumar su egoísta propósito, porque para entonces Sibyl ha decidido hacer la mejor escena teatral de su vida -con el mayor realismo posible-: morir por amor.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Albram Dorogant me recuerda a Heathcliff


Albram Dorogant, protagonista de la novela El príncipe de la soledad, y Heathcliff, protagonista de Cumbres Borrascosas, me recuerdan mucho uno al otro. Quizás porque las dos novelas las leí recientemente y porque ellos son personajes perfectamente bien delineados. Ya de ambos escribí una biografía: la de Heathcliff se puede leer aquí y la de Albram aquí.
Albram y Heathcliff la hacen en sus respectivas novelas de protagonista, villano, héroe, antihéroe y de personaje oscuro y misterioso. Me ha gustado más Albram porque son más sus misterios y porque sus actos se prestan para interpretarlos de muchas maneras, incluso para ver en él a un personaje lleno de soledad y deseoso de afecto. Heathcliff por lo que a él le toca no oculta mucho. Y dejando a un lado su extraño origen, jamás da muestras de hipocresía, su maldad es pura y hace uso de ella con evidente orgullo.
Algo que comparten es su soledad, típica en todo antihéroe, aunque no por eso a todo antihéroe le queda bien. Heathcliff suele desahogarse sólo con la sirvienta de su familia adoptiva, Nelly Dean, y Albram únicamente revela un poco de lo que piensa y mucho menos de lo que siente a su primo Olfen. Los dos personajes están profundamente desubicados, pero no porque ellos lo hayan elegido así. Los padres de Albram tuvieron un hijo que no debieron tener, y con ello lo condenaron a la soledad y a ser víctima de algo parecido al racismo. Y Heathcliff al ser abandonado por sus padres y recogido por un hombre que lo llevó a un lugar donde no encajaba, también fue condenado a desenvolverse en un entorno hostil.
Debido precisamente a que su infancia no fue sencilla, los dos de adultos se vuelven sumamente temperamentales. La fortuna, quizás -se desconocen aún los detalles-, le dio a Albram una posición que le permite devolver toda la hostilidad de la que fue víctima por su extraño y prohibido origen. Y la forma en que Heathcliff se hizo un hombre poderoso tampoco está muy clara. Lo cierto es que ambos tienen poder y no se quedan con las ganas de usarlo para poner de rodillas a quienes se han atrevido a ofenderlos mínimamente.
Otra cosa que comparten es su relación con la muerte. Heathcliff desde que pierde a su amada Cathy de alguna forma la anhela, la desafía y finalmente no sólo la busca sino que va a su encuentro. Albram sabe que a él la muerte lo espera pronto y no parece intimidarse por ello. Se muestra desafiante con su porte de ángel oscuro y sólo aparenta querer vivir un poco más para fastidiar a quienes no le agradan.
Si en algo se diferencian claramente es en que identificarse con Albram es sencillo. Es el héroe vengador que todo desgraciado quiere llegar a ser. Pero identificarse con Heathcliff, un personaje de reacciones extrañas y dueño de una muy sincera maldad, parece una tarea imposible.

Por cierto, El príncipe de la soledad está gratis AQUÍ. Es una obra maestra y toda obra maestra merece promoción.