domingo, 3 de enero de 2016

El cuervo, el mejor personaje gótico del cine

Como personaje gótico es imposible negar que Batman se defiende bien, evoluciona al gusto de esta sociedad postmoderna y resurge de sus recaídas para hacer que lo estimemos como en la infancia en la cual lo conocimos. Pero no por eso me gusta más que Eric Draven.
Vamos por partes, primero que nada, es imposible negar que la fama de la película El cuervo, y del personaje diría yo más que la película en sí, viene debido al desgraciado final que tuvo durante su rodaje  Brandon Lee, un joven que estaba que ni mandado a hacer para el personaje gótico que encarnó: rasgos achinados pero no tanto y aspecto malencarado sin caer en lo malévolo. Lee murió cuando le dispararon con unas balas que pretendían ser salvas y que eran bastante reales antes siquiera de que la película estuviera terminada, una desgracia que para un filme gótico resultó ser la mejor promoción.
La muerte de Lee lo soldó de forma inseparable a su personaje. Brandon Lee es ese cuervo, ese personaje nostálgico y oscuro que tan bien encarna la moda gótica contemporánea. Pero, por otro lado, no por ello se puede negar que la obra brilla con luz propia.
La película nos cuenta la triste pero no por eso menos hermosa historia de Eric Draven y su novia, una joven pareja de  Detroit que es víctima de una pandilla de maleantes, torturada y asesinada una noche siniestra, la noche antes de  Halloween.
Un año después, Eric sale de su tumba guiado por un tétrico cuervo que se vuelve su compañero inseparable. El joven recucitado toma un atuendo acorde a su amigo oscuro. Se transforma en cuervo que por las noches busca uno a uno a aquellos que terminaron con su felicidad y su vida al mismo tiempo.
Pero aunque es un vengador, es bueno; Eric se convierte en un especie de antihéroe que castiga a los malos a la vez que trata de ayudar a quienes estimaba en vida. La historia quizás pueda ser la de una venganza similar a muchas otras, pero el contexto es que lo que ha vuelto a la película un clásico imprescindible.
Ese hombre vestido de negro con la cara blanca, deambulando por las noches mientras un cuervo vuela sobre su cabeza como una especie de guardaespaldas, se ha convertido, por méritos propios, en el mejor personaje gótico del cine, por mucho que eso pueda pesarle a Batman.