En este blog ya he escrito años
ha biografías tanto de Edmond Dantès como de Sherlock Holmes, dos titanes de la
literatura que se defienden solos. Acabo de leer justamente una novela
interesante y bien construida en la que Holmes, el famoso detective inglés, ya
envejecido y acompañado de su fiel Watson, es requerido en la deslumbrante
mansión de un millonario norteamericano para que resuelva el extraño robo de
una joya única.
Holmes llega a los Estados Unidos
de vacaciones, con la intención de pasar unas semanas en el campo y reponer su
salud. Pero pronto es requerido por Henry Patton, un nuevo rico norteamericano
adicto a comprar obras de arte y antigüedades a precios exorbitantes. Patton
llama a Holmes porque, mientras pasa unos días de descanso en su mansión con
varios invitados, uno de ellos le ha robado una joya que perteneció al famoso
conde de Montecristo. Holmes acude no por consideración al acaudalado yanqui
sino por respeto al célebre conde. Considera que no recuperar esa joya es una
falta de respeto al famoso Dantès, a quien respeta y admira.
Pronto, gracias a su retorcido
colmillo, se da cuenta que hay un embrollo mucho mayor que el simple robo de la
joya, y le dice a su fiel Watson: “Sospecho que éste será uno de esos casos en
los que el cliente no queda satisfecho”. Y lo que parecía ser sólo un robo de
una piedra muy valiosa, termina con varios asesinatos y volviéndose un caso que
Watson cree sumamente complicado. Pero Holmes, físicamente no tan en forma como
antes, tiene, al parecer, todo bajo control.
El detective conserva su prodigiosa
inteligencia intacta, recoge las piezas del rompecabezas con gran facilidad y
pronto las va encajando para llegar al fondo de un plan perfectamente bien
elaborado no para robar sino para… matar.
Cómo dato curioso, cabe señalar que la codiciada joya sí es mencionada en El Conde de Montecristo. Dantès la muestra a los amigos de Alberto de Morcef, el día de su llegada a París, y los deja boquiabiertos al contemplarla.
Cómo dato curioso, cabe señalar que la codiciada joya sí es mencionada en El Conde de Montecristo. Dantès la muestra a los amigos de Alberto de Morcef, el día de su llegada a París, y los deja boquiabiertos al contemplarla.
ientras el primero lo consideraba un entrometido que le impedía dedicarse a cosas «más serias», Watson se empeñaba en resucitar los casos que tenía cuidadosamente anotados en su archivo. La historia ha dado la razón al doctor y ha preferido la «agenda» del detective a todas las preocupaciones metafísicas de su autor. Y Watson, que era ya para Holmes «una symcdata.info/rebelion-de-manco-inca/
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