viernes, 7 de septiembre de 2012

Jonathan Harker, de Drácula


Después de Van Helsing, y del propio Drácula, el personaje más importante de esta mítica novela es sin duda Jonathan Harker. Con su diario, precisamente, se abre la historia. Se trata de un joven abogado ingles que ha sido enviado por su jefe a Transilvania para que se entreviste con el aristocrático conde Drácula.
Según los informes que lleva Harker, Drácula es un hombre rico que ha decidido mudarse a Londres y para ello ha comprado una casa por mediación de su jefe. De ahí que para poner al corriente al acaudalado cliente, el joven Harker tenga que internarse en la parte más oriental de Europa, donde los supersticiosos habitantes constantemente hacen rituales que lo desconciertan y los intimidan, pese a su escepticismo.
Poco antes de llegar al castillo de Drácula, Harker es interceptado por un personaje misterioso que se dice sirviente del conde, y desde allí empieza su pesadilla. Llega a la ancestral y tétrica morada ya muy entrada la noche, y el sirviente se desaparece en seguida, para no volver a aparecer jamás en esa forma.
Cuando Harker creía que tenía que pasar toda la noche en las puertas del castillo, aparece por fin el mismísimo Drácula, un hombre viejo, de nariz aguileña, con grandes y afilados dientes. Le habla en un perfecto ingles, aunque acento extranjero. No tarda mucho Harker en darse cuenta de las cosas extrañas que rodean al conde. Nunca lo ve comer, y dentro del castillo, a pesar de que se ve que es enormemente rico, no hay un solo sirviente, y por si eso fuera poco: no se refleja en los espejos.
Cuando Drácula descubre que Harker está al tanto de algunos de sus secretos, empieza a ser un poco más descarado con el evidente fin de amedrentarlo. A pesar de ser cordial con él, le hace saber de otras formas que lo tiene en sus manos. Pronto Harker empieza a presenciar cosas que casi lo hacen perder la razón, como la capacidad del conde de escalar con aparente facilidad por los muros de su castillo y el hecho de que allí habitan tres mujeres hermosas y terriblemente despiadadas.
Drácula, a pesar de todo, está más preocupado en su aventura londinense que en beber la sangre de Harker, y se va dejándolo prisionero en su castillo, pero con el cuello intacto. Harker escapa y después de pasar una temporada muy enfermo y de casarse con su novia Mina, quien ha ido a buscarlo, regresa a Londres a tratar de olvidar su horrible pesadilla.
Ya en Londres el matrimonio Harker contacta con el doctor Van Helsing, quien ya ha descubierto a Drácula por haber matado a Lucy Westenra casi delante de sus narices y está recabando la información que necesita para emprender la cacería del vampiro. Harker entonces se convence de que su aventura no fue un sueño y de que tiene que hallar la forma de ayudar a Van Helsing en sus propósitos.
Pero mientras ellos tratan de cerrarle más y más el círculo al vampiro, éste ha seleccionado a su siguiente víctima: Mina Harker. Drácula empieza a atacarla nuevamente delante de las narices del muy inteligente Van Helsing sin que éste se dé cuenta. Lo descubren gracias al lunático Renfield, quien precisamente por salvar a Mina encontró la muerte en manos de su señor.
A Harker el hecho de que su esposa esté a las puertas de la muerte o de convertirse en una vampiresa lo afecta mucho. Sus rubios cabellos se vuelven blancos de la noche a la mañana y su aspecto demacrado y envejecido. Cuando él y los demás descubren el punto débil de Drácula  y esterilizan los ataúdes que llevó a Londres con tierra de sus dominios, va tras a él nuevamente con rumbo a Transilvania porque sabe que de lo contrario su esposa no tendrá salvación. Al final, cuando logran alcanzar al vampiro, su papel es, como era de esperarte, protagónico.
No voy a dar una opinión personal de Jonathan Harker  porque no es precisamente de mis  personajes favoritos, pero sin duda en la novela es uno de los más importantes de principio a fin. 

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