jueves, 18 de octubre de 2012

Drácula, el personaje


Con ésta se cierran las entradas correspondientes a las biografías de los personajes de la novela Drácula, de Bram Stoker. Dejé a propósito para el final al protagonista, al vampiro que consolidó un género que sigue vigente y que actualmente tiene más fuerza que nunca.
Aunque he leído incluso en la Wikipedia que se duda si Stoker se inspiró en el malévolo príncipe de Valaquia Vlad Draculea para crear al protagonista de su novela, nada más con leer el libro las dudas se despejan. Cuando Van Helsing expone a sus compañeros de cacería de vampiros los pormenores que ha descubierto sobre su presa, deja claro que según los informes de un colega húngaro suyo el vampiro no es otro que el mismísimo Vlad, quien siglos atrás les dio harta guerra a los turcos y se hizo famoso por “sentar” a sus enemigos en enormes estacas que los hacían morir poco a poco y con un sufrimiento inimaginable.
Así pues, según Stoker, su vampiro es el príncipe de Valaquia, perteneciente a una familia muy relacionada con las artes oscuras. No queda claro si Vlad fue mordido por otro vampiro y se trasformó o si utilizó otro artificio para conseguir la inmortalidad y seguir practicando para siempre su deporte favorito: la maldad.
Draculea nació en 1431 como miembro de una familia principesca sometida al dominio turco. Nada más se hizo hombre y se dio a la tarea de luchar de manera incansable para quitarse a los musulmanes de encima, mientras que al mismo tiempo se hacía fama entre sus súbditos de hombre profundamente cruel que castigaba el menor delito con una muerte lenta y dolorosa.
Murió por órdenes del sultán, en combate o castigado lentamente como a él le gustaba, algo que nunca se ha podido aclarar. Volviendo a la novela de Stoker, Drácula debió pasar a ser vampiro justo cuando desapareció como príncipe de Valaquia y soldado incansable. También le bajó el rango a su titulo nobiliario al descender de príncipe a conde, algo inaudito que jamás otro aristócrata habría hecho. Lo que hizo desde allí hasta que Jonathan Harker lo visita en su castillo siglos después se desconoce, pero seguramente no fueron obras de caridad.
En las charlas que tiene con Harker, se revela que Drácula es un patriota que se siente orgulloso de pertenecer a una estirpe que tanto luchó por conservar su libertad. Desprecia y siente inferiores a él a los miembros de dinastías reinantes como los Habsburgo y los Romanov  porque durante siglos le dejaron a su pueblo la difícil tarea de luchar contra los turcos.
Quizás cansado de las mismas yugulares por tantos años, el conde decide mudarse a un escenario más cosmopolita: Londres. En esta ciudad comete un grave error, alimentarse de Lucy Westenra, una hermosa joven que está comprometida con el amigo de un amigo del doctor Van Helsing, lo que provoca la furia de éste y que use todos sus conocimientos y habilidad para darle muerte.


Aun con todos los misterios que lo rodean y la maldad que ejerce, llega un momento en la novela en que Drácula deja de ser atractivo. En Londres habla poco, quizás Stoker recurrió a esto para hacerle más gruesa la capa de misterios, pero lo que logró fue restarle interés.
Para mi gusto, habría sido más interesante un vampiro metido entre la nobleza victoriana, seduciendo no sólo con su magia sino con sus varios siglos de cultura. Es indudable que al ser él la columna vertebral de la novela, al decaer la calidad de ésta justo por la mitad, se vio afectado de la misma manera. Drácula, el vampiro, quizás debido a que Van Helsing lo considera con mente de niño, me pareció hacia el final un personaje que nunca alcanza a madurar. Es una lástima que por pequeños detalles Stoker haya escrito una novela de mediana calidad cuanto pudo hacerla extraordinaria.

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