domingo, 20 de septiembre de 2015

Matar a un personaje ficticio

He comprobado que en general al público no le agrada la muerte de los protagonistas de sus libros favoritos. Pero no por eso los autores se privan del derecho de hacerlo, ya que a fin de cuentas, de forma total, son suyos. Mas siempre queda la posibilidad de preguntarnos, ¿por qué?, ¿cuál es la razón de que los maten?
La respuesta más simple sería “porque así es la historia”; de esa forma fue concebida por el autor y punto. No obstante, hay más razones. Y la que a mí más me ha interesado últimamente es ésa que está relacionada con el afán del autor de que no toquen lo suyo. Quizás en China o en la extinta Unión Soviética sea posible imaginar una ley que prohíba a un escritor matar a un personaje que ha causado revuelo porque no es de él sino de todos. O del Estado.
Pero dado que ley tal no oprime a nadie todavía, desde hace muchos siglos ha sido un recurso del autor el de matar a su protagonista para proteger lo suyo, y así evitar que tras su muerte una legión de zánganos lucren con lo que su trabajo le costó crear. Quizás el caso más famoso sea la muerte de Alonso Quijano planeada y ejecutada magistralmente por Cervantes tras sentir el chorro de agua helada que le provocó El Quijote de Avellaneda, una continuación de su magna obra que no salió de su mente.
Dumas en cambio se privó de matar a Edmundo Dantés y con ello heredó un personaje demasiado lucrativo que ha sido usado por otros autores durante muchos, muchos años, en una calidad mucho más deficiente que la que le imprimió el mestizo autor francés.
En cambio, de los cuatro mosqueteros sólo dejó vivo a Aramis, superviviente que no ha sido desaprovechado por las legiones de autores que pretenden subsistir agarrándose de una historia ya muy promocionada. Pero a veces el último, y único, recurso del autor por proteger lo suyo no cumple del todo su objetivo, ya que el zanganismo ha hallado la forma de bloquearlo: ya sea escribiendo la historia de algo así como Los hijos de D’Artagnan (ignoro si tal libro existe, pero no lo descarto) o simplemente creando una trama antes de la muerte del personaje, incluso antes de que inicie el período de la vida ficticia que le dio su creador.
Como no soy experto en biografías de escritores, ignoro si Heathcliff, Esmeralda, Quasimodo, Grenouille y otros tantos fueron liquidados por la intención de sus creadores de que nadie se apropiara de lo suyo. Aunque sí recuerdo haber leído que por la cabeza de Rowling pasó la idea de matar a Harry Potter precisamente por ese motivo, el de evitar que dentro de años  fuera reciclado, alterado y reutilizado con una personalidad ajena a la naturaleza que lo trajo al mundo o, más bien dicho, a la literatura.

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