He
comprobado que en general al público no le agrada la muerte de los
protagonistas de sus libros favoritos. Pero no por eso los autores se privan
del derecho de hacerlo, ya que a fin de cuentas, de forma total, son suyos. Mas
siempre queda la posibilidad de preguntarnos, ¿por qué?, ¿cuál es la razón de
que los maten?
La
respuesta más simple sería “porque así es la historia”; de esa forma fue
concebida por el autor y punto. No obstante, hay más razones. Y la que a mí más
me ha interesado últimamente es ésa que está relacionada con el afán del autor
de que no toquen lo suyo. Quizás en China o en la extinta Unión Soviética sea
posible imaginar una ley que prohíba a un escritor matar a un personaje que ha
causado revuelo porque no es de él sino de todos. O del Estado.
Pero
dado que ley tal no oprime a nadie todavía, desde hace muchos siglos ha sido un
recurso del autor el de matar a su protagonista para proteger lo suyo, y así
evitar que tras su muerte una legión de zánganos lucren con lo que su trabajo
le costó crear. Quizás el caso más famoso sea la muerte de Alonso Quijano
planeada y ejecutada magistralmente por Cervantes tras sentir el chorro de agua
helada que le provocó El Quijote de
Avellaneda, una continuación de su magna obra que no salió de su mente.
Dumas
en cambio se privó de matar a Edmundo Dantés y con ello heredó un personaje
demasiado lucrativo que ha sido usado por otros autores durante muchos, muchos
años, en una calidad mucho más deficiente que la que le imprimió el mestizo
autor francés.
En
cambio, de los cuatro mosqueteros sólo dejó vivo a Aramis, superviviente que no
ha sido desaprovechado por las legiones de autores que pretenden subsistir agarrándose
de una historia ya muy promocionada. Pero a veces el último, y único, recurso
del autor por proteger lo suyo no cumple del todo su objetivo, ya que el
zanganismo ha hallado la forma de bloquearlo: ya sea escribiendo la historia de
algo así como Los hijos de D’Artagnan
(ignoro si tal libro existe, pero no lo descarto) o simplemente creando una
trama antes de la muerte del personaje, incluso antes de que inicie el período
de la vida ficticia que le dio su creador.
Como no soy experto
en biografías de escritores, ignoro si Heathcliff, Esmeralda, Quasimodo, Grenouille
y otros tantos fueron liquidados por la intención de sus creadores de que nadie
se apropiara de lo suyo. Aunque sí recuerdo haber leído que por la cabeza de
Rowling pasó la idea de matar a Harry Potter precisamente por ese motivo, el de
evitar que dentro de años fuera reciclado,
alterado y reutilizado con una personalidad ajena a la naturaleza que lo trajo
al mundo o, más bien dicho, a la literatura.
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