domingo, 22 de septiembre de 2013

Frases inolvidables de los libros

¿Cuáles son las mejores frases de los grandes libros, de esas que se quedan en la memoria para siempre y que trascienden incluso separadas de la obra que las contiene? El libro famoso por sus frases que todo el mundo ubica sin duda ha de ser El retrato de Dorian Gray. Pero hay sin duda más. He aquí una lista de algunas frases que me han gustado mucho. Tan sólo son las que de momento me vienen a la mente.

Los amigos de hoy son los enemigos de mañana. El conde de Montectristo.

El honor sólo se lleva con elegancia mientras la vida no está en peligro. El príncipe de la soledad.

La mejor manera de luchar contra una tentación es sucumbir a ella. El retrato de Dorian Gray.

Las dos grandes herencias del Imperio Británico al mundo son la novela policíaca y la hora del té. El manantial.

Una esposa hermosa sólo sirve para acentuar las preocupaciones de su marido. Vida de una mujer amorosa.

Es verdad universalmente conocida que a un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, le hace falta una esposa. Orgullo y prejuicio.

Todas las cosas dan y reciben algo, aun la muerte. La hija del rey del País de los Elfos.

La traición y la violencia son consecuencias de la traición y la violencia. Cumbres Borrascosas.

El agradecimiento no es una virtud inherente a la naturaleza humana. Robinson Crusoe.


…el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad. Cien años de soledad.

Debido a que no me hallo en mi biblioteca para repasar mis libros, creo que hasta aquí dejaré esta entrada. Pienso retomarla después, para ampliarla, pero para ello requiero de un día libre que me permita ojear libro por libro y copiar todas las frases que he subrayado a lo largo de los años.

viernes, 20 de septiembre de 2013

El adolescente incomprendido y solitario

La adolescencia es una etapa difícil en la vida. Y no es que sea precisamente un período en el que se forma el carácter, quizás allí ya se formó, pero sí en el que se padecen las primeras amarguras de la realidad. Es cuando la persona empieza a transitar sola por un rumbo que a veces ni ella sabe, por un lapso de inestabilidad que surge del distanciamiento del otrora niño hacia sus padres, de la complicada realidad de no ser popular en la escuela, de no saber qué se quiere más que una ansiada tranquilidad que la realidad arrebata día con día.
Muchas veces, ocurre que un adolescente se siente incomprendido, solo, despreciado e incluso agredido por su entorno, y no ansia más que un acontecimiento que le ayude a borrar de tajo todo lo que no le gusta. Es común que entre más difícil sea la situación, más irreal sea la solución que el adolescente pretende. Muchos toman la sabia decisión de refugiar su tristeza en la literatura. A veces los parques están llenos de jovencitos con aspecto de ermitaños que devoran un libro.
La literatura quizás es la mejor opción para los adolescentes que se sienten solitarios e incomprendidos. Aunque tal vez no la buscan con el afán de hacerse cultos, sino con el de hallar su espejo en un personaje literario que sí es valiente y sí supera sus terribles problemas y pone en su sitio a sus agresores aún cuando no las tiene todas consigo.
Albram Dorogant, el personaje oscuro de El príncipe de la soledad, quizás sea el prototipo de hombre que muchos adolescentes quieren ser. Albram es muy joven y terriblemente solitario, despreciado por todos debido a su origen, pero su extraordinaria y hermética personalidad hace que incluso su carácter interese a quienes más lo detestan. Además, Albram es valiente, es un héroe sólo para sí mismo. Le satisface no hacer justicia, sino hacer pasar malos momentos a quienes no le agradan.
Es notable que Albram puede ser para los jóvenes solitarios que se sienten agredidos por doquier el equivalente a lo que es Edmundo Dantés, el Conde de Montecristo, para todos aquellos que han sido enviados a prisión injustamente. Pero los adolescentes quizás están en mejor disposición de conocer a Albram que los presidiarios a Edmundo. Su realidad –y sus objetivos-, por obvias razones, ya no son los mismos.
Lamentablemente, no todos los jóvenes se refugian en la literatura, incluso, es un porcentaje muy bajo el que lo hace. Muchos prefieren una realidad más cruda que la que no soportan, tal vez en el afán de demostrarse a sí mismos que pueden hacerse inmunes al dolor, o para castigar a sus seres queridos por no haberlos comprendido a tiempo.
Lo que indudablemente es muy cierto, es que la adolescencia es una etapa de terrible y peligrosa debilidad. Y si hay algunos jóvenes que en el proceso no flaquean, es por que tienen soportes muy sólidos en su entorno familiar, entre sus amigos e incluso en ocasiones entre sus profesores y hasta en ese primer amor que a veces sí da mieles.
Pero no es un aventuramiento decir que la etapa es la más vulnerable por la que puede pasar el ser humano, es cuando ya la persona no desea la sobreprotección de los padres, aun cuando no tiene la más remota idea de cómo protegerse a sí misma. Sobrevivir a la adolescencia pareciera un logro, y no llevarse terribles secuelas de ese período a la edad adulta, sin duda lo es.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Lirazel, de La hija del rey del País de los Elfos

Lirazel es una princesa elfa, y el personaje que da titulo al libro La hija del rey del País de los Elfos, de Lord Dunsany. Ella tiene una noción del tiempo muy diferente a la de los humanos. En su país quince años terrestres equivalen a un día. Su carácter es despistado y retraído, sobre todo para los humanos, quienes le dan a las cosas una importancia que ella no entiende.
La princesa ama profundamente a su padre, por quien siente una gran devoción, pero aun así, en cierta ocasión que ve cómo un joven humano pelea contra la guardia del rey, se va con él antes de que el soberano se enterado, cuando apenas han cruzado unas cuantas palabras.
Poco después se casa con el joven príncipe de Erl -ahora ya señor, puesto el día que pasa en el país de los elfos en la tierra equivale a muchos años y al volver ya ha muerto su padre-, y tienen un hijo, Orión. Pero al poco tiempo Lirazel ya no es feliz: no se adapta a las costumbres humanas y no entiende la religión de su esposo, por lo que él la recrimina constantemente.
Cuando su padre, el rey, se entera de su ausencia, en la tierra ya han pasado algunos años, y envía un trasgo por ella, valiéndose de una runa. Más por los reproches de Alveric que por el poder de su padre, Lirazel regresa al país de los elfos, a sentarse como una niña en las piernas del poderoso soberano, y allí permanece sentada por algunos minutos, mientras su hijo crece y se vuelve un temible cazador de unicornios, y su esposo recorre el mundo buscándola como un loco.
El rey de los elfos no quiere que su hija vuelva con los humanos porque el tiempo será cruel con ella, la envejecerá y le arrebatará su inmortalidad, pero Lirazel extraña a los suyos, a Alveric y a Orión, y le pide a su poderoso progenitor que utilice su última gran runa para reunirlos. ¿Lo hará?

martes, 17 de septiembre de 2013

Alveric, de La hija del rey del País de los Elfos

Alveric es un personaje que evoluciona mucho en la novela La hija del rey del País de los Elfos. Al principio tiene toda la apariencia de un gallardo príncipe de cuento de hadas, incluso capaz de ir al país de los elfos a derrotar a la guardia del rey y llevarse a la princesa. Pero no siempre es así.
Una vez que Lirazel, la princesa elfa, es su esposa y tienen un hijo, le reprocha constantemente no adoptar de manera absoluta su religión, ya que a ella le gusta demostrar devoción por las estrellas y otros objetos hermosos, más que por las cosas sacras que Alveric de impone.
Pero cuando Lirazel regresa con su padre, Alveric enloquece por haberla perdido y se dedica de manera incansable a buscar, abandonando a su hijo y sus funciones como señor de Erl. Mas su búsqueda es estéril porque el rey del país de los elfos es capaz de detectar su presencia y siempre se esconde cuando lo siente cerca.
Así es como Alveric pasa de ser un príncipe de cuento de hadas a un hombre devastado por no hallar a su amada, capaz de recurrir a lo que sea con tal de acercarse a ella. Cuando después de mucho buscar no logra encontrar nada, se rodea de una comitiva estrafalaria, de hombres atípicos entre los que merodea muy de cerca la locura, creyendo que ayudado por ellos le será posible dar con el escurridizo país de los elfos, donde está su amada Lirazel.
Pero esta nueva búsqueda tampoco da resultados, ya que el problema está en la espada mágica que Alveric lleva consigo, la misma que es una especie de alarma para el rey elfo. Y sólo gracias a la bruja Ziroonderel es capaz de despistarlo, sin que los desquiciados que lleva con él aporten nada.
Pero el problema radica en que los acompañantes que le quedan a Alveric en realidad ya no desean entrar al país de los elfos. Y están dispuestos a lo que sea con tal de detenerlo y seguir siempre errantes llevándolo como su prisionero.
Alveric evoluciona radicalmente, pasa de ser un apuesto príncipe a un hombre escuálido, envejecido y con aspecto de vagabundo al que ya nada puede salvar de su cautiverio. O acaso sólo su amada Lirazel, la hija del poderoso rey elfo.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Ziroonderel, de La hija del rey del País de los Elfos

En la novela La hija del rey del País de los Elfos, de Lord Dunsany, Ziroonderel es una bruja, pero no se ajusta al prototipo de bruja mala, planeando desde una cloaca oscura cómo hacer y repartir equitativamente el mal. Ziroonderel es una bruja buena, incluso moralista, que ayuda a los protagonistas y les da sabios consejos.
La primera vez que aparecen en la novela, es cuando dota a Alveric de una espada poderosa con la cual pueda lleva a cabo con éxito la misión que su padre le ha encomendado: ir al País de los Elfos y volver con la hija del rey.
Ziroonderel vuelve a aparecer cuando Alveric le pide que eduque a su hijo, Orión, mitad elfo y mitad humano, y aunque la bruja quiere vivir sola y no realizar una tarea fastidiosa, acepta porque le es fiel a su señor. Así es como se convierte en la institutriz de Orión, y de alguna manera en la única que lo entiende un poco, ya que Ziroonderel, al estar dotada de magia, tiene un mayor acercamiento con los seres mágicos que cualquier otro humano.
Cuando el rey de los elfos aleja a su país para que Alveric no encuentre a su hija, Lirazel, él se dedica a buscarla por años sin el menor éxito. La única que sabe qué ha ocurrido es la propia Ziroonderel, quien le explica a Alveric que al llevar él la espada mágica que ella le dio, el rey de los elfos detecta su presencia cada que se acerca y vuelve a mover su país.
La bruja le da a Alveric la clave para poder acercarse sin que el rey se dé cuenta, y cuando Alveric le dice que acaso será castigada por el poderoso monarca, ella no le da importancia a lo que pueda ocurrir, demostrando con ello que es más grande su lealtad a Alveric que cualquier temor a un castigo del rey de los elfos.
Ziroonderel también sabe cuán grande ha sido el error de los habitantes de Erl al desear ser gobernados por un señor dotado de magia. Cuando ésta se hace presente en todas sus formas y ya no los deja en paz, el propio parlamento de Erl va a buscarla para que dé una solución, a sabiendas de lo poderosa que es, pero la bruja les reprocha haber deseado a un señor mágico, y les asegura que aún faltan muchas cosas por verse, ya que han mezclado de forma negligente a los seres mágicos con la tierra, y eso tendrá consecuencias.
Al terminar la novela, Ziroonderel resulta una bruja atractiva porque en todo se parece a sus iguales, menos en algo: es, como todas, solitaria, misteriosa y el límite de sus poderes es desconocido, pero es una bruja buena, incluso el mayor referente moral dentro de la historia.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Orión, de La hija del rey del País de los Elfos

La hija del rey del País de los Elfos es una de las primeras novelas del género fantástico que explora los elementos fantasiosos de la misma forma que lo haría Tolkien y que siguen vigentes en muchas novelas que surgen en estos tiempos y que tanto éxito encuentran. Su autor, el aristócrata irlandés Lord Dunsany, fue de los primeros autores del siglo XX que se consagró como uno de los grandes de la fantasía.
Lord Dunsany quizás también sea de los precursores en la creación de los hoy tan interesantes híbridos. El híbrido que él creo es Orión, un joven que surgió como consecuencia del deseo de los pobladores de Erl de ser gobernados por un señor dotado de magia. Ese interés los lleva a expresarle sus deseos a su gobernante, quien envía a su hijo Alveric al País de los Elfos con la misión de regresar con la hija del rey.
Alveric cumple su misión: no sin serios problemas que casi le cuestan la vida, entra al País de los Elfos, derrota a la guardia del rey y se lleva a su hija, Lirazel. Pronto la princesa le da un hijo, Orión, un niño que es educado por una bruja, la mejor institutriz dado su origen mágico, y quien se ocupa de él cuando desaparecen sus padres.
Orión aun siendo niño se ve repentinamente solo ya que su madre fue recuperada por su abuelo y su padre ha ido por ella no se sabe a dónde. Pero al no ser del todo humano, Orión no se comporta como tal. Lo único que lo divierte es la cacería, y acompañado por una jauría de fieros perros recorre los bosques en busca de presas que satisfagan su afición.
Sus andanzas pronto cobran tintes míticos, ya que el joven príncipe, siendo medio elfo, puede tener contacto con aquellos que viven en el país de donde es su madre. Así pronto empieza a cazar unicornios y a rodearse de trasgos. Sus cacerías se vuelven una tarea inaplazable para él, y cada que cae la noche se le ve merodeando entre la frontera que divide al País de los Elfos de la tierra, esperando que alguna criatura mágica la cruce despistadamente para lanzarse sobre ella.
Ésa es la vida Orión, un joven que no halla su completa identidad en ninguno de los lados de la frontera y que se dejará arrastrar por su pasión salvaje por la cacería hasta que su abuelo, el rey del País de los Elfos, quien ve el tiempo pasar muy lentamente, decida hacer algo definitivo.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Lydia Bennet, de Orgullo y prejuicio

La extraordinaria novela Orgullo y prejuicio, de la genial escritora Jane Austen, es precursora de muchos de los personajes tópicos de la literatura y del cine de la actualidad. Tal pareciera que la autora diseñó los moldes de los que, dos siglos después, serían una producción en serie para las masas de sus personajes.
Si Fitzwilliam Darcy y Elizabeth Bennet son el prototipo de caballero y heroína, Lydia Bennet lo es de la bonita, tonta y superficial tan producida por Hollywood hoy en día. Lydia es la menor de las hermanas Bennet, tiene quince años, y podría ser también la más descerebrada de las cinco de no ser porque tiene que compartir el titulo con su hermana Catherine, su secuaz y admiradora.
Lydia y Catherine son dos adolescentes superficiales que sólo piensan en fiestas y en oficiales del ejército. Éstos son las debilidades de ambas, tanto que se vuelven locas apenas ven un tipo de uniforme y no lo ocultan jamás. Su adicción a los oficiales es tan notoria que algunos personajes de la novela hacen sarcásticamente hincapié en ello.
Cuando aparece en sus vidas el irresistible George Wickham metido en su uniforme, enloquecen por él, sin pensar siquiera qué tantos escrúpulos tendría el hombre. Ambas hermanas son de manera indirecta, junto con la madre, las culpables de que Darcy tarde tanto tiempo en declararle sus sentimientos a Elizabeth, ya que lo aterra el hecho de emparentar con personas que constantemente están haciendo el ridículo o planeando cómo hacerlo.
Uno de los temores de la sensata Elizabeth es que su hermana Lydia algún haga una tontería. Y vaya que la hace. Cuando el encanto de George Wickham es superado por sus deudas de juego y sus mentiras empiezan a aflorar, decide marcharse, pero Lydia no tiene reparo alguno para irse con él, sin que siquiera haya un compromiso y mucho menos un matrimonio de por medio.
En la época en que está narrada la historia, tal acción era un aterrador desprestigio para la familia, mas Lydia jamás piensa en ello. Afortunadamente, antes de que Wickham la olvide en alguna posada, la salva el hecho de que Darcy está enamorado de su hermana y dispuesto a gastar parte de su descomunal fortuna para ayudarla. Darcy encuentra a Wickham y lo soborna para que se case con Lydia, de tal manera que el honor de la familia Bennet quede intacto. Aunque el hecho no deja de ser, como luego señala la tía de Darcy, un mero remiendo.
Al parecer el capricho de Lydia y el compromiso, previo arreglo económico, de Wickham dura poco. Al final de la novela el matrimonio ya está haciendo aguas por todos lados, pero no se aclara en qué para todo ni cuáles son las consecuencias del aburrimiento que ambos experimentan al poco tiempo de casados.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Severus Snape, de la saga Harry Potter

Severus Snape es sin duda uno de los personajes más interesantes de los libros de Harry Potter, y en ese sentido mucho ayuda su oscura personalidad, siempre envuelta en misterios que él jamás se preocupa por aclarar ni siquiera un poco. Snape es un maestro del engaño, nacido para hacer el mal pero autodestinado a hacer el bien quizás como un castigo a sí mismo por haber provocado la muerte de su amada.
Snape es el prototipo de personaje gótico en todos los sentidos, incluso por andar siempre enfundado en ropajes negros y esmerarse por infundir miedo a los demás. Su personalidad, y su biografía, son como un rompecabezas del que van saliendo piezas en la medida en que avanzan los libros.
En un principio el propio Harry Potter lo cree un villano ocupado casi exclusivamente en atormentarlo. Pero al final del primer libro descubre que es nada menos que su protector debido a una vieja deuda que dejó pendiente con su padre, James Potter. Mas esta revelación no aminora en absoluto la oscura y misteriosa personalidad de Snape, y mucho menos vislumbra cuál es su verdadera lealtad. Quienes lo rodean tienen más motivos para pensar que es un esbirro de Voldemort que un hombre de Dumbledore. Lo más extraño es que pareciera que Snape se esmera más para que piensen lo primero y no lo segundo.
Un aspecto que aumenta la presumible maldad del personaje es su odio nunca disimilado a James Potter y sus amigos: Sirius y Remus. Snape los odia porque en su infancia mientras todos estudiaban en Hogwarts le hicieron la vida imposible. Pero su rencor se centró más en Potter porque fue quien conquistó el corazón de  Lily Evans. Ese sentimiento, que no ignora nadie cuando ya es adulto, lo utiliza hábilmente para llevar a cabo la misión a la que consagrado su vida: cuidar a Harry Potter, el hijo de la mujer que sigue amando aun estando muerta.
Cuando, después de muchos misterios, Snape se revela como un mortifago a las órdenes de Voldemort, aún sigue siendo un personaje misterioso que pese a que parece malo, actúa como malo y se viste como malo, algo sencillamente no cuadra. Pero es tan hábil que consigue que todos, incluso su malvado señor, piensen de él lo que él quiere.
Tras la muerte de Dumbledore a manos suyas, todos aquellos que creían que no era lo que se esmeraba en aparentar, pierden la esperanza de que realmente sea un hombre bueno. Snape por fin se revela como la criatura oscura que siempre había deambulado en los lindes del lado tenebroso.
Mas cuando más malo lo creen, es cuando Snape más bueno es. Aprovechando que en ambos lados tienen un concepto equivocado de él, se propone llevar a cabo con éxito la misión que se impuso ante su amada muerta Lily Potter. Cuando Voldemort lo mata no es porque haya descubierto su total deslealtad, sino porque le servía a sus planes. Sin pretenderlo, el Señor Oscuro castiga al más traidor de sus esbirros.
Y tras su muerte, es cuando todo se descubre: Snape no fue un hombre precisamente bueno, pero sí, como lo reconoce años después Harry Potter, un mago muy valiente, que se torturó toda su vida e hizo, gracias a su gran inteligencia, todo lo que se había propuesto hacer, ofreciendo a los demás una personalidad que no era la suya, ya que la suya la ocultó siempre porque estaba llena de dolor.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Personajes literarios interesantes

Hace tiempo que, en este blog dedicado a las biografías de personajes ficticios, quería subir una entrada en la que abundara un poco en el tema de las características precisas que hacen a un personaje literario interesante, adictivo incluso para los lectores. Porque, a fin de cuentas, una buena historia radica en gran medida en qué tan atractivos son aquellos personajes que participan en ella.
No es posible decir con exactitud qué habrá de tener un protagonista para que los lectores se enamoren de él, pero sí que se puede hacer hincapié en qué características realzan a un personaje, aunque a veces no sea del todo valorado por los lectores. Porque eso suele ocurrir. Ahí tenemos el caso del bandido Luigi Vampa, culto, de sangre fría, misterioso y, aun siendo un delincuente, leal como el más valiente soldado, pero que ni con todas esas “cualidades” -en el sentido literario, claro está- es uno de los personajes más apreciados de El conde de Montecristo.
Pero, sin salirnos de la personalidad de Vampa, él reúne muchas de las características que a otros habitantes de libros han hecho grandes. Tal vez si no alcanzó demasiada celebridad se debe sólo al hecho de que Dumas no le dio más páginas en la monumental novela. Su compañero de libro, protagonista y hasta Jefe, Edmundo Dantés, tan interesantemente oscuro como él, es lo que es gracias en parte a la misteriosa personalidad que logra construirse incluso con la complicidad del lector, factor que no acompaña a Vampa, quien se guarda sus misterios incluso con los lectores.
Drácula, el personaje, también se hace interesante en la medida en que está rodeado de muchos misterios. Después de la primera parte de la novela, deja de hablar casi por completo, y quizás eso fue un acierto de Bram Stoker, porque con ello aumentan los misterios y el interés por el personaje. Si bien es cierto que cada que habla decae el encanto.
Van Helsing no es precisamente un personaje interesante por sus muchos misterios, pero sí por la cultura que según contiene en la cabeza, rasgo que comparte con Edmundo Dantés, pero éste tiene la ventaja de que aunado a ello guarda infinidad de misterios a su alrededor, y eso sin duda aumenta el interés por él en los lectores. Van Helsing de hecho decae como personaje hacia el final del libro que protagoniza, mientras que Dantés jamás deja de crecer.
Albram Dorogant es otro personaje al que los misterios que lo envuelven hacen grande. Aunado a ello, su compleja personalidad crea otros aparte de los que divulgan quienes lo rodean, haciendo al personaje un cúmulo de misterios que se va haciendo más y más interesante en la medida en que avanza el libro. Pero en la misma obra se aprecia que no sólo con “cosas oscuras” un personaje atrae al lector. Baon Lornman tiene, al parecer, pocos misterios, pero su personalidad apática, casi inexistente, que sin embargo ve con fiereza al peligro, lo hacen casi tan grande como Albram.
Mas es cierto que no sólo con misterios crece un personaje y se gana la admiración de los lectores. Fitzwilliam Darcy cobra atractivo de una manera diferente, siendo bueno mientras los demás dicen que es malo.
Viernes, el gran Viernes, amigo inseparable de Robinson Crusoe, es tan grande en la literatura sencillamente porque no tiene competidores, es el único personaje importante en la novela después del protagonista. Porque, siendo sinceros, ¿qué tiene de interesante ese Viernes que no tengan tantos otros?
Lord Henry Wotton es otra cara de la moneda en cuanto a personajes interesantes. Él no conquista al lector con lo que oculta ni con lo que hace: le basta únicamente lo que dice, a diferencia de su corrompido -muy a propósito- discípulo, Dorian Gray, que es lo que es por lo que hace.
Al final de las cuentas, un personaje literario interesante tiene que poseer características difíciles de hallar en personajes reales: misterios, sarcasmo, valentía, honor, descaro, conocimientos abundantes e incluso estar enamorado de su soledad. Aunque, claro, eso no garantiza que conquiste a los lectores. Hay algunos magníficos que han pasado desapercibidos.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

George Wickham, de Orgullo y prejuicio

George Wickham es el encantador villano de Orgullo y prejuicio. Es un personaje que circula con capa de cordero mientras va regando las mordidas del lobo por doquier. Cuando aparece en escena, ante Elizabeth Bennet, se describe como una víctima del malvado aristócrata Fitzwilliam Darcy. Sus habilidades de manipulador las demuestra plenamente al convencer con facilidad a Elizabeth de que Darcy es un villano de lo peor.
Wickham inventa que el padre de Darcy, su protector, le había legado una rectoría eclesiástica, con la que habría podido vivir sin complicaciones, pero que al morir su padre, Fitzwilliam Darcy, al hallarlo antipático, se negó a concedérsela y lo condenó a la miseria,  de la que lucha por salir enrolado en el ejército.
Con esa historia falsa, y ante el hermetismo con que Darcy guarda los detalles de su vida, Wickham entra en la familia Bennet, incluso logra que Elizabeth se medio enamore de él. Pero después pierde el interés por ella al centrar su atención en una acaudalada heredera.
Ese detalle hace suponer a Elizabeth, que tonta es, que quizás el simpático Wickham no es tan sincero como dice ser. Páginas más adelante, sale a la luz la verdadera historia entre Wickham y Darcy. En realidad el primero es un rufián que sí fue el protegido del padre de Darcy pero que jamás quiso para sí una aburrida carrera eclesiástica. Lo que hizo al morir su protector fue cambiarla inmediatamente por dinero ante el hijo.
Después, ya sin fondos, trató de obtener nuevamente un beneficio de Darcy, y cuando éste se lo negó, sedujo a su hermana e intentó fugarse con ella, planes que nuevamente frustró el propio Darcy. Por esas razones lo odia y va de un lugar a otro despotricando contra él.
Una vez que su capacidad de hablar bien de sí es superada por su capacidad de endeudarse rápido, Wickham emprende una más de sus escapadas, pero en esta ocasión se lleva un recuerdo para distraerse un poco mientras decide qué hacer: a la alocada Lydia Bennet, la hermana menor de Elizabeth.
Como los Bennet saben bien que Wickham no piensa casarse con ella, ya sienten sobre ellos el peso de la deshonra, pero poco a poco y de manera extraña las cosas empiezan a componerse, sucesos que Elizabeth y su padre atribuyen a un generoso pariente.
La realidad es que el propio Darcy, pese a lo mucho que odia a Wickham, lo ha buscado para sobornarlo y así convencerlo de que se case con Lydia. De esta manera Wickham se convierte en un villano que, contrario a la tradición literaria, no recibe su merecido. Aunque sus privilegios se le terminan pronto dada su afición a gastar y al final solo le queda la ruina y una esposa adolescente con una inteligencia muy reducida y algo loca.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Elizabeth Bennet, de Orgullo y prejuicio

El hecho de que Jane Austen haya logrado con Orgullo y prejuicio crear la novela romántica por antonomasia no sólo radica en que creo en Fitzwilliam Darcy al caballero perfecto, sino en que también hizo de Elizabeth Bennet la perfecta heroína, independiente, librepensadora, con carácter e inteligente. Aparte le dio un rasgo que la diferencia de las protagonistas de las novelas actuales: Elizabeth no es excesivamente hermosa, lo que constituye para la autora otro acierto que le da más originalidad a la novela incluso si la comparamos con obras contemporáneas que tanto la imitan.
Elizabeth Bennet es la segunda de cinco hermanas, la segunda también en belleza y la más inteligente de todas. Está emocionalmente muy ligada a su hermana mayor, Jane, y a su padre. Con respecto a su madre y a sus tres hermanas menores (sobre todo las últimas dos), la sacan de quicio y la avergüenzan constantemente, pero se esmera por llevar una buena relación con ellas.
Es una joven sumamente sarcástica, algo que, como en el caso de su padre, deriva de su inteligencia, y eso precisamente es lo que llama más la atención de ella, más incluso que su belleza, eclipsada siempre por la de su hermana Jane.
Cuando aparece en su vida el aristócrata refinado y excesivamente serio Fitzwilliam Darcy, lo primero que recibe de él es un desprecio al subestimar su belleza, acto que ella toma con sarcasmo en lugar de sentirse ofendida. Pero desde allí empieza una especie de guerra silenciosa entre ambos, guerra que Darcy sabe que va a perder y que ella ni siquiera percibe.
En sus constantes encuentros, que Darcy disfruta muy a su pesar, ella lo impresiona cada vez más con su extraordinaria personalidad, mientras que él a ojos de ella pierde constantemente puntos, sobre todo después de que George Wickham echa a andar su maquinaría de intrigas.
Elizabeth nunca toma en serio sus conversaciones con Darcy porque no contempla siquiera remotamente la posibilidad de casarse con él. Le parece antipático y su aristocrática cuna lo separa radicalmente de ella. Y cuando Darcy le propone sorpresivamente matrimonio, no puede más que expresar una negativa al quedar terriblemente desconcertada.
Tiempo después su percepción cambia. Cuando Wickham huye con su hermana menor, Lydia, aunque Darcy tiene motivos para odiarlo, suprime su noble orgullo y hace todo lo posible para que no quede deshonrada para siempre la familia Bennet. Es entonces cuando Elizabeth descubre la verdadera personalidad humanitaria de Darcy y ve por fin en éste al perfecto caballero.
La última prueba de su carácter e inteligencia la exhibe extraordinariamente cuando Lady Catherine de Bourgh, la mandona y autoritaria tía de Darcy, va a visitarla a su casa exclusivamente para exigirle que no pretenda casarse con su sobrino, ya que lo tiene predestinado para su hija, a lo que Elizabeth replica, sin decirlo tal cual, en un tono apenas sugerido, que no piensa dejar ir a un galán de la talla del disputado.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Gilderoy Lockhart, de la saga Harry Potter

Quizás no podría decirse con plenitud que Gilderoy Lockhart es un personaje de la saga de Harry Potter porque sólo tiene relevancia en el segundo libro, y dada la amplitud de la historia, lo más coherente es ubicarlo como alguien un tanto efímero, igual que el malogrado Cedric Diggory. Pero lo que sí es indudable es que Lockhart es extraordinario, un idiota casi de la misma talla de William Collins.
Su aparición, como ya mencioné, es en el segundo libro, Harry Potter y la cámara secreta, donde da el salto como toda una celebridad y la nueva gran adquisición de Albus Dumbledore como profesor a cargo de la cátedra  Defensa Contra las Artes Oscuras, en lo que tiene fama de ser un verdadero genio.
Lockhart destaca tanto por su vanidad como por lo estúpido que es. Pero su vanidad tiene una justificación porque, según cuenta él mismo en sus libros, ha sobrevivido a infinidad de peligros enfrentándose a criaturas oscuras, tantos que Voldemort bien podría temerle más a él que a Dumbledore.
Pero sencillamente algo no cuadra entre lo que dice y lo que hace, ya que tan sólo como profesor es un completo idiota, no puede siquiera someter a una serpiente y en un duelo “amistoso” contra Severus Snape sale volando por los aires. No obstante, casi nadie se pone a pensar en que cómo es posible que semejante idiota sea un héroe de magnitudes nunca antes vistas.
Lo que más destaca de él es su afición a hacerse notar. Cada que alguien habla de peligro, él lo minimiza y lo compara con una de sus “grandes hazañas”. Cuando se habla del monstruo que habita la Cámara Secreta, Lockhart  no duda en afirmar que para él resolver ese problema es una cosa sencillísima, cuando al propio Dumbledore la situación lo tiene en serios aprietos.  
Quizás la parte más cómica del vanidoso mago es que piensa que Harry Potter pretende ser tan célebre como él, debido a que es el único que sobrevivió al poder de Voldemort, y por ello no duda en reprenderlo cuando equivocadamente cree que Harry se está autopromocionando y le da “paternales consejos” para que no vaya a caer en serios errores mientras labra su camino como un mago famoso.
La explicación al hecho de que el muy renombrado Gilderoy Lockhart sea a la vez un idiota la confiesa él mismo cuando después de que su enorme boca casi lo hace enfrentar a la criatura que habita la Cámara Secreta, se ve en la necesidad de decirle la verdad a Harry. Lockhart sólo sirve para lograr que magos que han logrado grandes proezas se las cuenten y también para borrarles la memoria una vez hecho el relato. De esa manera, no podrán reclamar su hazaña cuando él en uno de sus muchos libros se la apropie.
Una vez que Harry y Ron Weasley saben que es un farsante, un cobarde y un mago de dudoso talento, intenta evitar que lo delaten borrándoles la memoria, pero se vale de una varita que no está en las mejores condiciones y termina siendo víctima de su propio hechizo, suceso que acaba con su protagonismo en la saga de Harry Potter.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Edward Cullen, de Crepúsculo

Edward Cullen es indudablemente el retoño más famoso de Drácula, más que Lestat de Lioncourt  y Louis de Pointe du Lac, por mucha fama que hallan conseguido estos dos. Aunque lo cierto es que Edward se aleja radicalmente del vampiro convencional y se aproxima más al héroe romántico al estilo de Fitzwilliam Darcy; ni siquiera por ser un vampiro tiene una personalidad oscura y misteriosa como la de Albram Dorogant, en realidad pareciera que su vampirismo es una característica secundaría, y quizás eso se debe a que Crepúsculo es una historia de corte romántico.
Encerrado en un cuerpo inmutable de un joven de 17 años, Edward ronda el siglo de existencia. Es un vampiro vegetariano, o ésa es su manera de decir que sólo se alimenta de sangre de animales. Nació en 1901, en Chicago, y sus padres le dieron el nombre de Edward Anthony Masen. A sus 17 perdió a su familia por una epidemia y él también estuvo a punto de morir. Pero fue rescatado por Carlisle Cullen, un ancestral vampiro filántropo que lo transforma en uno de los suyos para que pueda seguir existiendo.
Sus primeros años con Carlisle son muy tormentosos ya que le cuesta aceptar su identidad. Incluso se aleja de él y también abandona el vegetarianismo para alimentarse de criminales como una manera de librar a la sociedad de ellos. Cuando descubre que él también es un criminal, regresa con Carlisle para vivir en familia. Carlisle es un vampiro muy joven, y después de la llegada de Edward, él y su esposa van reclutando a otros jóvenes y haciéndolos pasar por sus hijos adoptivos.
Debido a que tienen que mudarse cada cierto período de tiempo para que nadie note que no envejecen, seleccionan el lluvioso y oscuro pueblo de Forks, en Washington, para vivir allí una temporada. Los hermanos Cullen van a la escuela, pero no se relacionan con los otros estudiantes. Todos son en apariencia perfectos, y Edward, de 1.85, cuerpo atlético y rostro de estatua griega, sobresale entre todos.
Su vida transcurre de manera muy normal, después de que sus compañeros asimilan su hermetismo y palidez, hasta que llega a Forks Bella Swan, una joven a la que Edward no le puede leer la mente y tiene un olor de sangre que a él le parece infinitamente delicioso. Pronto entra en el dilema de devorarla o amarla. Y allí da inicio una historia que ya se sabe todo el mundo.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Señor Bennet, de Orgullo y prejuicio

Yo creo que hay tres personajes (masculinos ya hablaré luego de los femeninos) culpables de la grandeza inigualable de la novela Orgullo y Prejuicio. El primero naturalmente que es el perfecto caballero Fitzwilliam Darcy, el segundo, el muy divertido e idiota William Collins, y el tercer puesto sin duda le corresponde al agradabilísimo Señor Bennet.
Bennet es un caballero educado y de muy finos modales, pero tiene cinco problemas: su esposa, tres intratables hijas y la certeza de que al morir su patrimonio irá a parar a manos de su sobrino lejano, William Collins, por lo que dejará a su familia desprotegida.
Pero aun así no pierde su excelente buen humor. A conservarlo quizás lo ayudan sus otras dos hijas, Jane, la más bella que además tiene unos sentimientos muy nobles, y Elizabeth, la más inteligente y por consecuencia también la más cercana a él.
Para evadir su turbia realidad familiar, Bennet suele encerrarse en su biblioteca y minimizar cualquier problema que se le presenta. A sus tres hijas menores y a su esposa las da por pérdidas, literalmente, mientras que tiene esperanzas de que sus dos favoritas logren labrarse, gracias al matrimonio, un buen futuro.
Su elevada inteligencia le sirve para analizar siempre a las personas que de alguna manera pueden intervenir en su vida. Sus diagnósticos suelen ser bastante acertados además de muy agrios. Nunca externa sus verdaderas intenciones más que con su hija Elizabeth, la única con la inteligencia necesaria para entenderlo.
Otra de sus características es que hace sarcasmo aun de las peores desgracias. Casi al final de la novela, cuando ya tiene tres yernos: Darcy, un aristócrata elegante y refinado, Bingley, un joven de buena posición y de nobles sentimientos, y Wickham, un rufián de lo peor, dice que este último es su favorito porque es encantador y tiene una extraordinaria colección de sonrisas.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

William Collins, de Orgullo y prejuicio

William Collins no tiene un papel protagónico en Orgullo y prejuicio, no obstante, parte de la genialidad de la novela depende de él. Es sencillamente un personaje extraordinario, un completo idiota que se cree listo, pero perfectamente bien estructurado.
Se trata del pariente varón más cercano que tiene el señor Bennet, padre de las protagonistas, y al ser las hermanas Bennet todas mujeres, está estipulado que Collins será el heredero absoluto e indiscutible de su patrimonio a la muerte del padre.
Por su parte, Collins se ha formado como clérigo al amparo Lady Catherine de Bourgh, lejos de sus parientes los Bennet. Lady Catherine es una aristócrata arrogante, clasista en extremo que gusta rodearse de personas inferiores a ella para sutilmente humillarlas, como el propio Collins, quien gustoso se somete al proceso.
Siendo sabedor de que será el heredero del hogar de las hermanas Bennet, Collins decide visitarlas e indemnizarlas cazándose con una de ellas. Y como es tonto mas no ciego, escoge a la más hermosa: Jane, pero al enterarse de que ella está virtualmente comprometida, pasa su mirada a la que le sigue en belleza: Elizabeth.
Cuando Elizabeth rechaza a Collins, él, considerándose un buen partido y su propuesta una obra de caridad, sencillamente no lo puede creer. Pero tampoco pierde el tiempo. Ya que con las guapas no ha tenido suerte, decide probar con una fea, Charlotte Lucas, amiga de las hermanas Bennet, quien inmediatamente lo acepta.
Durante toda la novela, Collins jamás se entera de la cortedad de su intelecto ni de lo ampuloso de sus formalidades. Y eso sencillamente lo engrandece como personaje. Mete la pata cada que puede con un prolongado y aburrido discurso y se retira satisfecho de su obra.
Y aunque parece ser una buena persona, tiene algunos rasgos que lo dejan ver como un hombre ligeramente vengativo y clasista. Cuando Lydia, la más alocada de las Bennet, deshonra a la familia, Collins no pierde la oportunidad de insinuarle un agradecimiento a Elizabeth por no haberlo aceptado como esposo, ya que, de haber sido así, la conducta de Lydia lo habría deshonrado también a él.
En resumen, Collins es uno de los más perfectos idiotas de la literatura universal. Aunque pareciera que un personaje así aburriría al lector desde el principio, lo cierto es que él crece en la medida en que avanzan las páginas, y nunca deja de hacer reír al lector hasta el último y estúpido de sus discursos. Jane Austen sin duda alcanzó un logro sorprendente con tan magistral idiota.