Se acercan los
tiempos fríos, al menos para una parte del mundo, tiempos en que es más apetecible
quedarse por las tardes en casa y dedicar las horas a un pasatiempo casero. Hace
siglos no había mucho qué hacer aparte de un juego en familia o leer un libro. Pero
hoy en día el Internet y la televisión ofrecen infinidad de actividades, tantas
que eso de tomar un libro ya viene siendo anacronismo.
Cierto que
con el frío dan más ganas de leer. No por nada, los países donde las bajas
temperaturas son cosa seria son los más cultos del mundo, logro que a muchos
les reditúa progreso y a otros pocos, por a veces inexplicables razones,
miseria.
No en todas
las épocas del año se antojan los mismos libros. Las épocas frías, para quien
lee y disfruta de un hogar caliente y una taza de té o café, de acuerdo al
gusto, suelen ser apetecibles novelas que retratan los otros fríos, los fríos
del alma, aquellos que son consecuencia de la soledad, de la tristeza, del
desamor y del fracaso, dentro de historias narradas en lugares fríos. La razón
no es bien sabida, pero es cierto que en
Navidad mucha gente se deprime, quizás porque ve acercarse el final de un año
en el que los propósitos planeados no llegaron a consolidarse.
Los fríos también
despiertan el apetito por las novelas policíacas. Es agradable, desde la
comodidad del hogar, seguir la pista de un detective que sigue la pista de un
asesino entre calles frías y húmedas, detective al que muchas veces no espera
nadie al volver a casa, razón por la cual prefiere ir en busca de rufianes que
le garantizarán antes de las últimas páginas alguna que otra golpiza, una bala
en el hombro o una herida con arma blanca. Cerrado el caso, el detective vuelve
a su pequeño y frío departamento a preparar café, y mientras ve por la ventana
merodear a un gato en la azotea vecina, recuerda que es nada menos que Navidad.
La fantasía
también suele ser agradable en estas épocas. Los personajes fantásticos,
cubiertos de una piel más resistente que la de los humanos, suelen soportar fríos
muy intensos, mientras que con espada y hechizos luchan por devolver al mal a
sus fronteras, ya que saben que derrotarlo definitivamente es imposible.
Existen algunos clásicos ideales para ser leídos en Navidad. Cumbres Borrascosas, una tormentosa
historia de amor en un escenario lleno de frío, es ideal para los tiempos que
vienen. Otro gran libro, ideal para el mismo propósito, son Los miserables, aunque es tan voluminoso
que si alguien lo empieza en diciembre corre el riesgo de terminarlo en junio. Los
grandes clásicos rusos, el país frío por antonomasia, son más que recomendables
para la época, desde obras breves como El
capote hasta novelotas como Guerra y
paz y la mediana Almas muertas,
que pudo ser más de lo que es y que, aun así, es una de las obras más
maravillosas de la literatura universal.
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