Los grandes clásicos de la literatura universal suelen ser
historias que no -ya no- se adaptan a las necesidades de Hollywood para que sus
producciones vendan. De tal manera que lo recomendable sería que sencillamente
ya no se usara a los clásicos para hacer cine, no obstante, títulos como Romeo y Julieta, Drácula, El conde de Montecristo,
Los miserables, entre otros tantos, venden, por
eso Hollywood se los apropia, los deforma todo cuanto hace falta y los exhibe
ante su público actual, que tiene sus muy particulares gustos fundados en la
belleza física y en el triunfo del héroe sobre los villanos previas candentes
escenas de sexo con la heroína.
De ahí que veamos en el cine a dráculas guapos, más
cercanos físicamente a un actor porno que al Drácula que nos dio Stoker, el
cual era bastante feo físicamente y en nada se asemejaba a un modelo. Pero esa
deformación sólo es una pequeñez en Hollywood. Quién se hubiera imaginado a
Edmundo Dantés y a Mercedes Herrera en la cama, si en el libro su amor es tan
casto e improfanable que después de que Dantés escapa de prisión apenas y son
capaces de tocarse la mano. Hollywood ha deformado tanto esa historia de amor,
pretendiendo adaptarla a los gustos de ahora, que Alberto, el hijo de Mercedes
y Fernando, ya fue en realidad de Edmundo en la última versión protagonizada por
James Caviezel. Aquí incluso la casta y casi santa Mercedes del libro oculta su
embarazo de Edmundo para casarse con Fernando y así evitar la deshonra.
Está muy
claro que en Hollywood tampoco quieren lo que los clásicos apenas sugieren. Incluso
las “inmoralidades” de Oscar Wilde no son suficientes para el público de hoy. Ahora
Basil Howard tiene que inclinarse ante Dorian Gray y abrirle la bragueta
mientras éste intenta poner los ojos en blanco para que la cosa quede clara. La
última versión cinematográfica de El retrato de Dorian Gray trató de atraer al
público con intensas escenas de sexo, dejando a un lado de manera tajante el
genial argumento que concibió Wilde y que en tantos problemas lo metió, como si para atraer al público valiéndose de escenas en la cama hiciera falta tomar el titulo de un clásico.
Hollywood es una fábrica de historias lineales y
con final feliz -como quiera que esto último se entienda- y no todos los clásicos,
porque son lo que son, se adaptan a esos designios. Por ello Hollywood de los
clásicos sólo quiere los títulos, no las historias en su mayor parte. Tal vez
lleguemos a ver un burdel en la isla de Robinson Crusoe, donde éste pueda ir a
liberar sus deseos reprimidos en tremendos revolcones, o a un Quasimodo que
gracias a una milagrosa cirugía se vuelve guapo y termina en la cama con su
amada Esmeralda.
Este artículo tiene mucho de cierto, por no decirlo que es la pura verdad, Hollywood ha destrozado y rehecho los clásico de tal manera, que no queda nada de la historia original, haciendo de este un bodrio, citando un ejemplo reciente un Frankstein, que mata demonios que cosa mas burda, vampiros guapos que se enamoran y brillan misma esfera de discoteca, o esos finales felices forzados, que no fueron ni siquiera concebidos por sus autores, es una pena, y lo peor de todo es que la sociedad moderna, no conozca las obras originales, pensando que la historia es tal cual la vieron en una pelicula, excelente artículo, lleno de verdades.
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