domingo, 26 de enero de 2014

Juan Frollo del Molino, de Nuestra Señora de París

Juan Frollo no es un personaje importante de Nuestra Señora de París, aunque es hermano el archivillano Claudio Frollo. De hecho, es prescindible, ya que su actuación no afecta en gran medida el hilo de la historia y se limita a hacer sus apariciones es las que saca a todos de quicio con su humor negro. Mas he optado por escribir su biografía porque me ha parecido un logro literario, un completo pillo venido a rufián que saca más de una carcajada a lo largo de la historia.
Juanito, así lo llama su hermano, sobrevivió de milagro a una epidemia que se cargó a sus padres cuando su hermano Claudio era apenas un estudiante. El malvado monje calenturiento se enterneció al ver a su indefenso hermanito que salvó la vida por los pelos y desde entonces lo convirtió en su más preciado tesoro. Don Claudio mima en extremo a Juan toda su niñez, y pese a su amargura y a sus maneras estrictas, es indulgente con su Juanito cuando empieza a hacerse medio pillo, apenas limitándose a darle cariñosas reprendidas y a recomendarle que se “enmiende”.
Tantos estos mimos sólo echan a perder a Juanito, quien se vuelve un bueno para nada, parrandero, pica pleitos, mantenido y pésimo estudiante. Aun así, su malvado hermano lo sigue adorando, debilidad del villano que Juan aprovecha para hacerle dramas cada que necesita dinero.
Juan es buen amigo de parrandas del apuesto pero menos gracioso capital Febo de Châteaupers, otro rufián que sólo piensa en seducir mujeres y ganarse la vida sin ningún esfuerzo, y que también es el rival de amores de su hermano mayor.
La vida relajada de Juan no agrada en absoluto a don Claudio, y por tal motivo cada vez le cuesta más trabajo sacarle dinero, aunque siempre lo consigue por las buenas o por las malas. Pero cuando comprende que esa mina se le está agotando, decide unirse a una banda de malvivientes que atacan la iglesia de Nuestra Señora de París, bastión defendido por un enfurecido Quasimodo, quien para proteger a su amada Esmeralda no le importa matar, por más que una de sus víctimas pueda ser el hermano de don Claudio, su malvado amo al que tanto adora.
Lo extraordinario del personaje es precisamente su carácter de rufián relajado, sin la menor preocupación por nada aparte de obtener de día a día algo de dinero con que ir a embriagarse y pagarse una prostituta. Se la pasa burlándose de todo el mundo, es un genio para las ironías y adora cualquier tipo de tumulto que ofrezca algo de espectáculo, por cruel que pueda ser. Quizás con este brillante personaje Victor Hugo pretendió dar a entender que quienes llevan una existencia tan libertina no viven demasiado…

No hay comentarios:

Publicar un comentario