Hace unos
días escribí sobre Vegeta, uno mis antihéroes favoritos de la niñez, y hace tiempo
sobre Albram Dorogant, mi antihéroe favorito de la literatura de estos tiempos,
así que he decidido complementar la terna hablando de Ikki, el caballero Fénix,
mi primer antihéroe favorito allá por mi lejana infancia.
Antes que
nada, aclaro que mis conocimientos del personaje corresponden exclusivamente al
anime Los Caballeros del Zodíaco, al
igual que en el caso de Vegeta, porque desconozco los mangas. A eso hay que
añadirle las posibles lagunas mentales propiciadas por el paso del tiempo,
aunque vi la historia tantas veces cuando niño que quizás no haya muchas.
Ikki es un
huérfano que junto con su adorado y sobreprotegido hermano menor, Shun, es
seleccionado por el magnate Mitsumasa Kido (he oído que según el manga es su
padre biológico) para ser dispersado por el mundo junto con otros ocho niños y
así consiga ser un caballero y guardián de Atena, la pequeña que Mitsumasa ha
adoptado como su nieta.
Los lugares
a los que serán enviados los diez niños son sorteados por Tatsumi, el tirano y
fiel sirviente de Mitsumasa. La mala suerte hace que a Shun le toque ir a la Isla de la Reina Muerte , una especie de
volcán en erupción perdido en el océano del que muy pocos han logrado salir
vivos y no exentos de deformaciones tanto físicas como mentales. Tatsumi le
garantiza a Shun que sus posibilidades de sobrevivir son prácticamente inexistentes,
por lo que Ikki, como hermano mayor y sobre protector, exige ir en su lugar argumentando que necesita
vacaciones.
Su determinación
y la fuerza de su carácter convencen a Mitsumasa, aunque Tatsumi, furioso por
la irreverencia del niño, lo golpea hasta casi matarlo. Cinco años después vuelven
uno a uno aquellos chiquillos ya convertidos en caballeros de bronce e inician un torneo
para determinar quién de ellos merece portar la armadura dorada de Sagitario,
la misma que el moribundo caballero Aioros le entregó a Mitsumasa junto con la
bebé Atena.
Cuando ya
se han desarrollado varios combates, aún falta un caballero por regresar, y es
precisamente Ikki. Pero de pronto aparece portando la inmortal armadura del Fénix
y exhibiendo un poder capaz de aniquilar a todos los demás caballeros de bronce
juntos. Su primera víctima es su hermano, a quien al parecer ya no adora sino que,
por el contrario, busca eliminarlo por débil y sentimental.
Ikki roba
la armadura dorada y rodeado de una escolta de caballeros negros dispuestos a
morir por él les declara la guerra a los demás caballeros de bronce. Curiosamente
sólo cuatro aceptan el desafío: Shun, Shiryū, Hyōga y Seiya. La batalla es muy
dura, los caballeros del bien derrotan no sin dificultad a los caballeros
negros, pero el principal problema es que Ikki es tan poderoso que puede
vencerlos sin dificultad a todos juntos.
Cuando
milagrosamente lo derrotan, aparecen más enemigos enviados por el malvado
Patriarca del Santuario para robar la armadura. Esta vez se trata de Docrates,
un gigante y poderoso caballero que hará sufrir mucho a los caballeros de
bronce antes de dejarse matar. Pero en ese inicio de la batalla tiene una breve
pelea con un malherido y moribundo Ikki, en la que éste se muestra incluso muy
superior al gigante, logrando someterlo y sepultarlo entre una avalancha de
piedras.
Ikki también
muere sepultado en esa batalla. Pero se trata del caballero del Fénix, una ave
inmortal. Poco tiempo después, Shun se ve fácilmente vencido por otro enviado
del Santuario, el caballero del fuego, pero poco antes de morir aparece su
hermano mayor, revivido por el calor de las llamas y tan poderoso como siempre,
capaz de derrotar al enemigo en un instante. Pero aunque Ikki ha vuelto ya sin
odio en el corazón, sigue siendo temperamental, hermético y realista. Pronto tiene
problemas con Seiya y se aleja del grupo, aunque continúa siendo fuel a Atena.
Para ese
entonces, el Patriarca ha decidido que sus caballeros de bronce no son rivales
para los otros caballeros de bronce y optado por enviarles caballeros de plata
para que los exterminen, y ciertamente son muy fuertes, ponen en serios apuros
a todos, menos a Ikki. Él se enfrenta a dos a la vez, Dante y Capella, a
quienes derrota con una increíble facilidad no sin antes ridiculizarlos.
La realidad
es que Ikki desde el inicio de la serie si bien no es igual de poderoso que un
caballero de oro, sí es muy superior tanto a sus iguales de bronce como a los
arrogantes de plata. En una ocasión se ve sometido por dos caballeros de plata,
Shiva de Pavo y Agora de Loto, pero eso se debió a que desde lejos Shaka de
Virgo los estaba ayudando. En cuanto Atena interrumpe la meditación del
caballero dorado, Ikki vence a sus rivales sin demasiados problemas y parte
para enfrentar al mismísimo Shaka, quien acaba de tratar a Shun, Shiryū y Seiya
como a niños indefensos y sugiere que si han llegado hasta la casa de Virgo es
porque los demás caballeros dorados traicionaron al Patriarca.
Ikki logra
poner en serios aprietos al poderoso Shaka y aunque no lo mata sí lo quita del
camino de sus compañeros. Horas después, por obra y gracia de Mu de Aries, regresa
justo cuando Seiya se encuentra casi derrotado por el malvado Saga de Géminis,
el caballero dorado que se ocultaba detrás del rostro del Patriarca. Ikki no
logra vencer a Saga, quien es quizás junto con Shaka el más poderoso, pero sí
puede distraerlo para que el héroe Seiya salve a Atena.
Después vuelve
a aparecer en la batalla de Asgard, y una vez más cuando su hermano está a
punto de ser asesinado, esta vez por Mime de Benetnasch. Ikki lo derrota pero
le cuesta una de sus frecuentes muertes. Y vuelve a revivir y de nuevo para
salvar a su hermano de las garras de Bud de Alcor, a quien vence tras muchas dificultades.
Al final de la batalla pelea valientemente y puño a puño aunque sin éxito contra
el poderosísimo Siegfried.
En el
mundo marino llega a humillar con su enorme poder a Kasa de Lymnades, y a salvar,
otra vez, a su hermano que está a punto de morir. Después inicia una larga y
dura pelea contra el Dragón Marino, quien no es otro que Kanon, el malvado
hermano gemelo del también malvado Saga de Géminis. No lo derrota, pero por
momentos lo pone en serios aprietos.
En la saga
de Hades, Ikki sigue siendo el mismo antihéroe, solitario y sarcástico ante la difícil
situación. Aparece, como es su costumbre, a media batalla pero esta vez no para
salvar a su hermano sino a su anterior enemigo, Kanon de Géminis, el hombre que
arrepentido de sus pecados ha vuelto a ser un caballero dorado y totalmente
leal a Atena. Ikki demuestra su terrible poder que intimida al propio Hades al
vencer sin muchos preámbulos a Aiakos de Garuda, uno de los tres terribles
jueces que protegen al dios del inframundo.
Al final
de la saga obtiene, al igual que sus compañeros, una armadura celestial, no sin
antes usar prestada por unos minutos la del poderoso Aioria de Leo. Aunque su
gran poder sigue siendo incuestionable, las circunstancias, como siempre,
minimizan su protagonismo a favor de Seiya, el héroe, quien siempre termina
salvando la situación. Pero a mí Ikki, el antihéroe, siempre me pareció mucho mejor
personaje que Seiya, será acaso por mi afición por los antihéroes o porque su
historia, a fin de cuentas, es más interesante.
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