Acabo de
terminar la lectura de El largo adiós,
la obra cumbre de Raymond Chandler y una de las mejores novelas negras de
todos los tiempos, en parte por su crítica social y en parte por ese nostálgico
recorrido de Philip Marlowe en busca del pasado, y de la inocencia, de su
desconocido y nuevo amigo Terry Lennox.
Me interesó
mucho el mayordomo de la historia por lo bien delineado que está, pese a que su
relevancia no es mucha. Candy sirve en la casa de un escritor alcohólico, Roger
Wade, y de su deslumbrante y misteriosa esposa, una rubia capaz de provocar
choques. Wade es un escritor de éxito, por lo tanto vive en una zona exclusiva
cerca de los Ángeles, hasta allí llega presionado por su esposa el detective Philip
Marlowe, quien describe a Candy como un
mexicano.
El mayordomo
es un tipo misterioso, atrevido y de pocos amigos. Marlowe descubre que, como
buen mayordomo que todo escucha y todo ve, de alguna forma chantajea a su jefe,
situación que le permite ciertas libertades e irreverencias ante sus patrones,
aunque por el escritor siente afecto, lo que hace que le declare la guerra a Marlowe
en cuanto llega a la casa, porque lo ve como un aprovechado que sólo intenta
sacar provecho de la fortuna de su patrón y acostarse con su mujer.
A las
primeras de cambio tienen una pelea, en la que Candy se revela como un experto
lanzador de cuchillos, habilidad que sin embargo no intimida al detective, quien
considera que todos los mexicanos deben de ser buenos para eso porque, según él,
todos tienen cuchillos. Lo más atractivo del mayordomo es ese sarcasmo desde
las sombras que sabe bien cuándo y con quién usar. Como cuando le dice a Marlowe
que no toma porque ya es suficiente con
un borrachín en la casa.
Candy es
un tipo dueño de su espacio, el que se ha ganado palmo a palmo. Por eso
principalmente surge su odio hacia el detective, porque piensa que llegó a quitárselo.
Cuando su patrón muere, inmediatamente piensa que Marlowe tuvo algo que ver y
su odio aumenta, por lo que no duda incluso al mentirle a la policía para hundirlo,
lo que demuestra que pese a ser un chantajista sarcástico apreciaba al hombre
que le brindaba la oportunidad de llevarse el pan a la boca.
Después,
cuando se revela la verdad sobre quién mató a Wade, incluso piensa en vengarse valiéndose
de su habilidad para lanzar cuchillos. Pero Marlowe lo convence de que no eche
a perder su vida. Es entonces cuando los enemigos se vuelven amigos y el
mayordomo se revela como un buen hombre que sólo cuidaba lo que su trabajo le
había costado lograr y a su patrón, el artífice de aquello.
Algo también
interesante del personaje es que siempre se dirigen a él como el mexicano, aunque él desde el
principio le revela a Marlowe que es chileno y que tiene un nombre incluso aristocrático,
Juan García de Soto y Sotomayor, pero ni así dejan de llamarlo mexicano, quizás
porque los yanquis de los 50s pensaba que todo aquel que hablara español y
tuviera rasgos latinos tenía que ser por fuerza mexicano.
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