domingo, 19 de octubre de 2014

Drácula 2014, por fin la transición

Hemos visto infinidad de películas sobre Drácula, el vampiro. Bela Lugosi le dio rostro al monstruo transilvano, pero otros tantos actores han hecho méritos dignos de ligar también su fisonomía a él. En el último filme que recuerdo, se remontaban los orígenes del vampiro no a la Edad Media rumana sino al Israel bíblico, con un Judas Iscariote maldecido por traicionar al hijo de Dios y condenado a ser un vampiro.
Pero Drácula, como todos sabemos, no ese apóstol que se inclinó a la traición sino Vlad el Empalador, un príncipe rumano sometido por el imperio turco, quien luchó toda su vida por consolidar un pueblo libre del dominio de sus opresores.
También hemos vito filmes de ese príncipe sanguinario y cruel. Pero nunca se nos había presentado la transición. Es decir, cuándo Vlad el Empalador pasó a ser el conde Drácula. Se desconocía si él fue el primer vampiro o si fue mordido por otro vampiro y transformado.
Pero ahora por fin surge una película sobre la transición, sobre cómo fue que Vlad se trasformó en lo que ha sido desde que Bram Stoker “publicó” su historia a finales del siglo antepasado: un vampiro, y no cualquier vampiro, sino el más famoso y terrorífico de todos.
Drácula: La leyenda jamás contada aprovecha la fama del cruel príncipe, su deseo de liberar a su pueblo del dominio turco, y, por otro lado, recoge al monstruo patriota de Stoker. Aquí vemos cómo Vlad decidió por sí mismo y consiente de las consecuencias ser un vampiro, con tal de vencer al sultán y salvar a su pueblo.

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