miércoles, 1 de octubre de 2014

Frankenstein, el más conocido

Estoy pensando leer pronto la novela  Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley. Es uno de los tantos clásicos que tengo pendientes y al ser de extensión mediana me parece perfecta para estas semanas llenas de trabajo. La novela contiene a un Frankenstein, Víctor Frankenstein, que es el menos conocido quizás de los tres ficticios que existen. El primero naturalmente es ése, el científico que da vida a un ser brincándose las reglas de la naturaleza. Y debería, de hecho, de ser el único.
Pero hay otros dos. El segundo es el monstruo que crea el primero. Al carecer de nombre, la cultura popular le dio el nombre de su creador. De hecho, muchos no han escuchado hablar jamás del creador ni les suena el nombre de la creadora del creador, Mary Shelley, tan sólo ubican como Frankenstein a un monstruo, sin tener una idea sólida de su origen.
Al tercer Frankenstein lo conocemos todos, gracias al cine y a las series de televisión. Es el más famoso, mucho más que los otros dos y que Mary Shelley, naturalmente. Lo conocemos como malo, como bueno, como tonto y como cómico, en la figura de Herman Munster.
Este Frankenstein es un gigantón de cabeza cuadrada y de color pálido, con unos característicos tornillos en el cuello que servirán, supongo, para mantener la cabeza bien unida al resto del cuerpo. Es un gran icono de las festividades de noche de brujas, donde se le ve en tertulias con una momia, algún hombre lobo y Drácula.
Cuando uno es niño con este Frankenstein se conforma, para asustarse o para reírse. Pero ya más avanzada la edad se antoja adentrarse en los orígenes, entra la curiosidad por saber si esos tornillos en el cuello los describió Mary Shelley o se los debemos a la industria del cine. Yo espero descubrirlo pronto.

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