Actualmente
se libra un debate sobre la moralidad ligada a la descarga de libros de la red
para leerlos en una tableta o un Kindle sin el consentimiento del autor y o
editor. Viéndolo en la simple perspectiva derivada de la lógica, es algo indebido.
Tomar algo que no nos pertenece, sea lo que sea, es incorrecto, incluso ilegal.
Mas la
cuestión de los libros es algo diferente, también por motivos muy lógicos. Habrá
escritores que se muestren renuentes a que su obra sea leída sin previo pago. Pero
los que se van por ese lado, sin duda se están equivocando. La distribución
gratis de un libro en la red amplia de manera inimaginable sus posibilidades de
propaganda, la cuestión más importante en todos los aspectos ligados a la venta
de un libro.
Es evidente
que el hecho de que un libro sea muy difundido en la red en lugar de ser algo
malo para el autor es bueno. Primero porque muchos lectores sólo inician un libro
en formato electrónico y si les gusta demasiado se van por el formato físico. Segundo
porque la posibilidad de que los lectores mencionen tan sólo el titulo en las
redes sociales, donde la información se mueve de manera muy rápida, supone una
invaluable propaganda gratis. Y tercero, lo que hay en Internet simplemente es
algo así como la moda, lo que la gente consume, un libro del que no se hallan
reseñas en la red e incluso capítulos gratis o la obra integra seguro que nadie
lo lee.
Los grandes
superventas, El código Da Vinci, Harry Potter, Crepúsculo, Juego de Tronos,
se han vendido de forma tan extraordinaria gracias a su exhibición en la red y
la posibilidad de empezar a leerlos gratis. Deducir eso no es algo complicado. Muchos
nobeles de literatura del siglo pasado ni siquiera llegaron a soñar con obtener
regalías del 10% de las que obtienen los autores de las obras mencionadas.
Los pesos
pesados de la literatura de estos tiempos, seguro que no están molestos porque
sus libros anden vagando gratis en la red, sino que lo agradecen. La red es
promoción, rápida y gratis.
Y eso
puede decirse de autores que no provocan que sus libros estén disponibles y al
alcance de un clic. Muchos lo hacen a propósito, sabiendo la gran difusión a la
que pueden acceder. Algunos cuelgan su obra integra totalmente gratis y otros
la cortan cuando más adictiva se ha vuelto, como es el caso de El príncipe de la soledad, libro que se
puede descargar casi completo, mas cuando falta poco y uno ya no puede parar de
leerlo… se termina.
De lo anterior se puede
decir que al menos el autor brinda muchas páginas para que el lector decida si
lo compra o no. Pero lo importante a fin de cuentas es la difusión, esa gran
ventaja, y no lo contrario, que se extrae de que exista la posibilidad de
descargar libros, algo aparentemente malo, ilegal, pero que, por otro lado,
acarrea a los autores excelentes beneficios.
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