Hace ya tiempo que no veo Los Simpson, no obstante, fueron mi hazmerreir
favorito en la infancia, cuando no me perdía
un capitulo por nada. Ahora, viendo esa serie animada en recuerdos creo que mi
personaje favorito, o cuando menos el que más interés en mí despierta, es el a
veces archivillano y a veces no tanto Charles Montgomery Burns, el jefe de
Homer y dueño de la planta nuclear de Springfield.
Como con casi todos los
personajes de la serie, la biografía del señor Burns no está definida, aunque
de manera general todos los aficionados a Los
Simpson se la saben, por más que algunos capítulos contradigan a otros. Burns
es el rico heredero de una gran fortuna. En algún capítulo se reveló que fue
adoptado en un paralelismo con la película
Ciudadano Kane, momento en el que abandonó un osito de peluche que un
siglo o dos después trataría de recuperar con uñas y dientes.
En todo caso, lo que sí está
claro es que Burns es rico desde niño, y ya desde entonces era malvado,
prepotente y caprichoso, tanto como para despedir a su niñera y dejar invalido
a uno de sus trabajadores. En algún momento de su vida tomó posesión absoluta
de la fortuna familiar y pasó a ser el prototipo de multimillonario
norteamericano de principios del siglo XX, cuando la aristocracia europea fue
literalmente borrada de la pirámide capitalista por el comunismo y entonces los
acaudalados norteamericanos ocuparon ese puesto en la cúpula del poder.
Burns vive en una deslumbrante y
blindada mansión estilo griego, rodeado de objetos antiguos, custodiado por fieros
perros que suelta sin compasión a sus visitantes y atendido por su asistente y
pretendiente: Waylon Smithers. La mayoría de las veces se le representa
como el prototipo de poderoso capitalista, insensible ante la situación de sus
empleados, enfermo por aumentar su riqueza, por pagar menos impuestos y por
amedrentar a todo mundo con su inconmensurable poder.
Pero también es descrito, a
veces, como un anacronismo, como una especie de viejo millonario que no se ha
actualizado a la par de las nuevas celebridades. Hay ocasiones en que se le
muestra como a un hombre atrapado culturalmente ya sea a finales del siglo XIX,
o a principios o a mediados del XX. Esto queda claro cuando mirando un mapa se
sorprende de que haya un Nuevo México, de que no encuentre a Prusia en el mapa
europeo o de que piense que Fulgencio Batista sigue siendo el todopoderoso en
Cuba.
Como casi todos en Los
Simpson, Burns ha evolucionado con el paso de los años. En un principio
parecía que sólo era un poderoso y millonario local, pero después quedó claro
que su influencia y poder se extienden en todos los Estados Unidos, tanto como
para ser el hombre más rico del país, capaz de portarse de manera perezosa y
negligente durante la segunda guerra mundial, donde participó con más faltas
que laureles, y después robar un billete de mil millones, por considerar que el
dinero de los norteamericanos no podía ser utilizado para reconstruir una
Europa que decidió aplastarse por sí sola.
No siempre queda claro si Burns
es una crítica al capitalismo representado y defendido por el partido
Republicano o una caricatura cruel pero realista de la estabilidad económica y
social emanada de quienes desde el sector privado manejan el poder. Porque el
jefe de la familia Simpson, aun siendo un ignorante, ebrio y perezoso, obtiene
un sueldo con el cual su familia vive en la nada desdeñable clase media, sueldo
que existe gracias a que también existe Burns.
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