En Olvidado rey Gudú, Volodioso
es un personaje sumamente importante y que no dejar de despertar en el lector
un gran interés. Es el primer rey de Olar y padre de Gudú, el último. Podría decirse
que Olar fue un reino breve, pero no exento de grandes proezas militares y de todo tipo de crueldades
propias del medievo.
Volodioso es nieto del Conde Olar
e hijo de Sikrosio. Éste último se convirtió en margrave tras la muerte de su
padre. Era un gobernante analfabeto, olvidadizo y cruel de piernas cortas y ridículas,
que se integraba a una banda de saqueadores que mantenían horrorizados a sus
propios vasallos. Cometió el error de matar a la madre de su hijo Volodioso
delante de él cuando apenas era un niño. Y éste juro vengarse y ya hecho un
hombre cumplió su juramento.
En una revuelta encabezada por él
mismo, Volodioso acabó con su padre y sus dos hermanos (en el medievo matar al
hermano para heredar en su lugar era casi tan normal como beber agua), pero no
se conformó con el título de margrave y se hizo coronar rey. Tampoco se
conformó con la extensión de sus dominios y se dedicó a incrementarlos, dando
la peor de las muertes a los gobernantes que tenían la osadía de defender sus
tierras.
Como todo rey de su época, era un
guerrero que disfrutaba el campo de batalla, fuerte y diestro con la espada,
capaz de mandar disecar las cabezas de sus enemigos para colgarlas en su
habitación y verlas cada mañana al despertar, o mandarlas labrar en madera una
vez que las originales hedían más de lo que era capaz de soportar.
En una de sus conquistas conoció
a su gran amor, la madre de su hijo Predilecto, pero en otra se echó encima a
su peor enemiga, Ardid, una niño que, tras ver destruido su reino y su familia,
juró vengarse de Volodioso. Para ello se propuso desposarlo y después llevar
acabo su venganza. Y aunque Ardid se enamoró del rey y cambió de planes, su
ambición, su gran inteligencia y los recursos mágicos a los que recurrió,
finalmente terminaron por acarrear la destrucción de Olar.
Pero Volodioso murió ya muy viejo
y siendo, ante todo, un gran rey, un rey de su tiempo, se entiende, que pese a
su ignorancia supo hacer de la guerra su mejor arma para concretar sus planes. Incluso
poseyó un poco de sabiduría, la suficiente para tener claro que su hijo
Predilecto, al único que amaba, no podía heredarlo por un defecto que era
imperdonable para un príncipe del medievo: tenía un noble corazón.
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