domingo, 27 de julio de 2014

Draco Malfoy, de la saga Harry Potter

Draco Malfoy es uno de mis personajes favoritos de la más famosa historia de magia de todos los tiempos. Aunque lo cierto es que no se trata de una originalidad, J. K. Rowling retoma con él el estigma del aristócrata del siglo décimo noveno, celoso de su estamento y capaz de todo porque los suyos no se mezclen con aquéllos a quienes considera inferiores a él. Algo similar ocurre en El príncipe de la soledad; es curioso que en estos tiempos, caracterizados de una mentalidad postmoderna, atraiga a los lectores un prejuicio social que empezó a morir poco a poco desde la revolución francesa y que en nuestros tiempos, para una sociedad occidental tan abierta, es prácticamente cosa del pasado. Quizás se debe a que el lector a veces se interesa por los aspectos de una sociedad que no le tocó experimentar.
Así las cosas, Draco Malfoy nos es presentado como un chiquillo prejuicioso, hijo de una familia de sangre pura, es decir, de magos que jamás se han mezclado con muggle´s. Este aspecto familiar hace que el ya de por sí malo por los genes paternos Draco sea muy propenso a discriminar a quienes no considera sus iguales. Cuando conoce a Harry, le ofrece su amistad, en lo que se le ve hacer una excepción con los dictados de su conciencia, ya que Harry Potter es hijo de madre muggle. Pero eso se entiende debido a que Draco, recién llegado a  Hogwarts, busca poder y popularidad, a lo que mucho le ayudaría tener al famoso niño que sobrevivió al Innombrable entre sus fieles esbirros.
Al ser despreciado por Harry, el malvado Draco se la jura, tanto que entre ellos surge una rivalidad que se extenderá por los años, llevándolos infinidad de veces a enfrentarse en muy diversas circunstancias. Como una especie de énfasis en su maldad, Draco es colocado en la casa de Slytherin, de donde han salido infinidad de magos malvados. Hasta aquí ya se puede decir que literalmente está condenado por su destino a ser un mago oscuro, pero hay algo más todavía.
En el pasado, su padre, Lucius, un mago mediocre y torpe pero también malo y cruel, sirvió a las órdenes de Lord Voldemort. Y cuando el villano resurge de sus cenizas, la familia Malfoy tiene que refrendar su lealtad tan solo para conservar ya no sus privilegios sino la vida.
Draco es orillado por los suyos a servir a Voldemort en una etapa de su vida en que su mente intenta hallar una identidad propia, quizás no de malo, como todos en su familia. Pero otro de sus problemas es que no es valiente y, por tanto, es incapaz de resistirse a las presiones. Cuando Voldemort le ordena matar a Dumbledore, se puede ver a un muy acobardado Draco tratando de cumplir con su misión, aun cuando no es lo que desea.
Durante el resto de la historia, Draco prácticamente tiene miedo siempre. Está envuelto en una esfera de maldad a la que definitivamente no quiere pertenecer pero no tiene el coraje para librarse por sí mismo. Tendrá que ser su enemigo, Harry Potter, quien le abra una puerta para tener la oportunidad que tanto anhela de reivindicar su joven vida. Eso le vale a Harry, en el epilogo de la historia, cuando ya son hombres adultos, un discreto y algo frío saludo, pero al fin saludo.

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