jueves, 31 de julio de 2014

Lady Catherine de Bourgh, de Orgullo y prejuicio

En la novela Orgullo y prejuicio, Jane Austen esboza parodias de los prototipos de una sociedad decadente, lo cual refleja su gran visión, ya que los estragos de la revolución francesa en el comportamiento de la sociedad apenas se estaban gestando. No obstante, el trabajo de la autora es magistral. Su burla a la sociedad mejor zanjada es sin duda el muy idiota William Collins, pero también hizo un trabajo estupendo con la muy arrogante Lady Catherine de Bourgh.
Se trata de una dama de la alta sociedad, aristócrata, por supuesto, tía de Fitzwilliam Darcy y madre de una jovencita tonta y feúcha, que quiere casar nada menos que con Darcy. Lady Catherine se rige por unos principios muy cimentados, para ella la división de las clases sociales con fronteras que impidan el trato más de lo adecuado y por supuesto el matrimonio es imprescindible. Es estricta, presuntuosa, sarcástica, cruel en sus comentarios y adicta a hablar y que la adulen. Aquí es donde cabe perfectamente el idiota de Collins, su protegido, para ello éste tiene que aguantar insultos y humillaciones disfrazados ligeramente de halagos que él, en su miopía, no entiende del todo.
Lady Catherine, pese a todos sus evidentes defectos y prejuicios, tiene uno más que empeora su personalidad, se cree bondadosa y no lo es. El proceso que le aplica a Collins lo repite cuánto puede. Disfruta tomar bajo su protección a personas de estamento inferior al suyo para explayarse hablando delante de ellas sobre sus regias opiniones, su dura disciplina y su “bondad”. Pide a cambio un agradecimiento que la eleve casi a la altura de una divinidad y sumisión ciega y una sonrisa hipócrita ante sus comentarios hirientes.
Su carácter dominante le impone la necesidad de controlar a todos los suyos. Cuando su sobrino, Fitzwilliam Darcy, pretende casarse con la plebeya Elizabeth Bennet, la noble dama enfurece, trata de persuadirlo a él y al no lograrlo acude a ella. Piensa que Elizabeth, al ser socialmente inferior a ella, se le someterá y aceptará su imposición, pero cuánta es su sorpresa al encontrarse con una mujer con carácter y determinación que no admite que la aristocrática y arrogante dama se meta en su vida privada.
Éste es un duro golpe para Lady Catherine, quien ve cómo sus proyectos matrimoniales de su hija con su sobrino se caen de un momento a otro. Jane Austen trazó magistralmente ese instante en el que el orgullo y los prejuicios de Lady Catherine son heridos cuando una jovencita pobre pero no tonta decide que ella y sólo ella es la dueña de su destino.

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