Bilbo Bolsón, aparte de en El hobbit, también aparece en El Señor de los Anillos,
pero su participación allí es si no de personaje secundario sí meramente
simbólica, como la de una especie de luchador que le transfiere, tras el
retiro, su espada (o anillo), a su sobrino Frodo.
El
hobbit, por el contrario, es todo suyo, o valga decir que él es el hobbit al
que hace referencia el titulo del libro y el único que aparece allí. Bilbo es,
como un digno ejemplar de su raza, un comelón adicto al descanso y a la
tranquilidad. Ni tiene planes ni desea abandonar su cómodo agujero. Pero un día
sorpresivamente llega hasta él el mago Gandalf, al parece ya revestido de
cierta fama, y con algunas frases que no dejan nada claro le avisa que tiene
pensado llevarlo a una gran aventura.
Días después Gandalf,
acompañado de trece enanos liderados por Thorin, vuelve al agujero de Bilbo.
Allí todos hablan de un proyecto que el hobbit no entiende muy bien, algo así
como ir a derrotar a un dragón que ha acumulado grandes tesoros robándolos.
Bilbo, sin que le expliquen en
qué consistirán sus funciones, es llevado por los enanos y Galdalf con rumbo a la Montaña Solitaria ,
que está tan sola que su único habitante es un invencible dragón, Smaug. Pronto
Bilbo es obligado a erigirse como el guardián de los enanos, aunque es mucho
más pequeño que ellos.
Mientras viajan hacia su
destino, todos los miembros de la comitiva se enfrentan a trolls, trasgos,
lobos gigantes y malvados, arañas también gigantes y no menos malvadas y elfos
hostiles por sentirse invadidos. En cada una de esas aventuras Bilbo va
puliendo su instinto y su carácter, sus proezas son tales que la llegada de la
comitiva a la Montaña Solitaria
es gracias a él.
Ya enfrentados a Smaug,
aunque Bilbo no lo derrota (cosa que le es imposible), sí encuentra su punto
débil. Cuando el dragón es vencido y se avecina la guerra de los enanos contra
los elfos y los hombres, Bilbo hace todo cuanto está en sus manos para lograr
la paz entre ellos. Y al final las circunstancias ayudan a que así sea,
revelándose como una criatura sumamente lista, de nobles sentimientos y no
menos provista de virtudes.
Bilbo es un personaje sumamente agradable. Sus muy peculiares características
y costumbres lo hacen interesante desde las primeras páginas. Gracias a él, a
lo que gustó a los lectores, Tolkien desarrolló El Señor de los Anillos, porque si Bilbo no hubiera gustado, ese clásico
de la literatura universal sencillamente no existiría.
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