miércoles, 1 de agosto de 2012

Ellsworth Toohey, de El manantial


El villano principal de El manantial, la magna obra de la rusa-americana Ayn Rand, es el extraordinario Ellsworth Toohey. Lo llamo extraordinario porque se hace odiar y admirar por igual a lo largo del libro. Es un depredador potencialmente peligroso debido a que no busca la sangre de sus víctimas, sino la mente.
Toohey es de origen humilde. Fue en su infancia un niño dócil y casi inofensivo. Pero ya desde entonces se le tobaba una inteligencia que no le cabía en el cerebro. Convencido de su ideología, el comunismo, en cuanto se hizo hombre empezó la sistemática tarea de ganar adeptos para su causa. Las víctimas no se le resisten, a pesar de ser raquítico y feo, en cuanto abre la boca Toohey se vuelve encantador. La sociedad entera de Nueva York añora oírlo hablar.
Conciente de que conseguirá sus fines sólo si logra lavarles el cerebro a las masas, se hace periodista. Aunque su oficio es, en apariencia, crítico de arquitectura, Toohey opina de todo. Es crítico literario, orientador de los jóvenes, experto en teatro, en movimientos civiles y en un sin fin de etcéteras.
Todo mundo lee sus artículos, a todos les parece un buen hombre, creen ciegamente lo que dice, adoptan su filosofía como propia, nadie puede estar en contra del señor Toohey porque es un sabio, la cultura hecha hombre, es además encantador, a todos ayuda, su criterio es siempre guiado por la nobleza de su corazón. De Toohey nadie, o casi nadie, piensa mal. Y el de todos es amigo. Su especialidad es dar consejos, y todo Nueva York se los pide.
La lucha de Toohey, que es imponer a las masas sobre el individualismo, erradicar toda satisfacción personal para que todos lo sacrifiquen todo por el bien de todos, un día encuentra un serio obstáculo: el desconocido arquitecto Howard Roark. Roark no cree en la colectividad, está convencido de que el hombre es libre y libre tiene que ser. Es profundamente egoísta y alardea de ello, no da nunca nada, pero tampoco pide nada. Padecer hambre para él es mejor que aceptar un favor. Lo que no haga él por él no lo hará nadie y no espera ni quiere que nadie lo haga.
En cuanto sabe de la existencia de Roark, Toohey lo estudia profundamente. A todos pregunta sobre él con un enorme interés muy bien disimulado. Y cuando descubre qué clase de persona es Roark decide destruirlo, sin la menor piedad. Roark es un arquitecto que buscar abrir puertas y Toohey un afamado crítico de arquitectura que tiene el poder para lograr que todas permanezcan cerradas.
Los ataques traicioneros y sin piedad  por parte de Toohey empiezan pronto. En cada uno se ve un odio irracional en un hombre que pasa ante los neoyorquinos como el más sensato del mundo. Pero, sin importar con cuanta maldad actúe Toohey, Roark jamás reacciona ni hace nada para defenderse. Sabe quién es su enemigo y qué tan peligroso le resulta, pero siempre actúa como si no existiera. Roark es la persona a la que Toohey más dedica su tiempo, y también la que menos piensa en él. Y el resultado de la contienda, aunque es evidentemente predecible, no deja de agradar al final.



Toohey es un villano extraordinario. Su manera de operar dista mucho de las que utilizan casi siempre otros malvados de la literatura. Se nota que para crearlo Ayn Rand tuvo que hacer un enorme esfuerzo intelectual. El resultado, aunque quizás con algunos pequeños defectos -el excesivo uso de su sorprendente oratoria que al final aburre-, es un personaje muy completo, que llega a perturbar la mente del lector. 
Aunque debido a que Howard Roark fue el  que se ganó a los lectores en cuanto se publicó el libro, siempre en las reseñas de la novela Toohey es opacado, mencionado sólo como el obstáculo para que el protagonista consolidara su individualismo, pero a mí me parece que es el que más trabajo le costó crear a Rand, y en la misma dificultad se habrían visto otros autores que escribieron con mayor calidad que ella. Personajes así no los logran muchos.

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