De Robert
Langdon no se puede escribir una biografía integra, ya que se trata de un
personaje al estilo de Sherlock Holmes o Hércules Poirot, es decir que aún no
se sabe el número de novelas, sin vínculo de unas con otras, en que aparecerá. Es algo
así como la empresa más lucrativa de Dan Brown y sus editores, por lo que es de
esperarse que todavía le saquen el mayor provecho posible.
Lo que se
sabe es que saltó a la fama mundial como protagonista de El código Da Vinci, aunque previamente ya había ocupado el mismo
puesto en Ángeles y demonios. Es un norteamericano,
cuarentón y bien conservado, experto en historia del arte y más aún en los símbolos
que están ocultos en las obras, razón por la cual es profesor de iconología y
simbología nada menos que en la Universidad de Harvard.
Otros aspectos
que se conocen de él son su claustrofobía y su interés por seguir soltero y libertad que eso
le reditúa, aunque no sea precisamente un Don Juan que ande de cama en cama. Sus
viajes suelen ponerlo frente a un caso tan misterioso como peligroso en el que sus
conocimientos de los símbolos y el arte son imprescindibles para salvar a los
buenos y castigar a los malos.
También,
junto al peligro, siempre aparece frente a él una mujer hermosa con la que, por
lo precipitado de los acontecimientos, no llega muy lejos. Si algo se le puede
reconocer a Dan Brown es que vende bien a su personaje sin necesidad de
llevarlo a la cama para levantar el interés en sus libros.
Pues así las cosas, del
profesor Robert Langdon todavía no se sabe todo. ¿En cuántas novelas más
aparecerá? Imposible saberlo puesto que su autor apenas ronda los 50, lo que
permite imaginar que probablemente más adelante saltará del arte europeo a descifrar
los misterios del arte inca (algo que Dan Brown ya dejó entrever), para luego
pasarse a las esculturas aztecas y mayas y quién sabe si se dé una vuelta para
echarles un ojo a los moáis de la isla de Pascua.
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