martes, 18 de marzo de 2014

Sophie Neveu, de El código Da Vinci

Hace ya muchos años que leí El código Da Vinci, cuando era el superventas que todo el mundo quería leer. A mí me lo recomendó un profesor, cuando acababa de desembarcar en la universidad. El personaje que más me gustó fue precisamente Sophie Neveu. Sin duda  Dan Brown supo dotarla de cualidades que, pese a lo inverosímil de la historia, eran capaces de atraer la atención del lector.
Sophie es descrita como una joven guapa, alta, pelirroja, de 32 años, valiente y decidida, aunque algo solitaria y melancólica. Es, de oficio, criptógrafa y trabaja para la policía francesa. De niña vivió con su abuelo, un intelectual llamado Jacques Saunière que le daba el tratamiento de princesa por razones muy serias. Cuando se hizo un poco mayor, una visita que hizo a Saunière a su casa de campo truncó la relación abuelo-nieta, ya que lo vio practicando un rito sexual para un selecto público.
Años después, ya totalmente distanciada de Saunière, una noche se entera de que ha sido asesinado de una forma bastante anormal en  el interior del Museo del Louvre. Pero su abuelo dejó un mensaje para ella. Unas letras que decían “P. S, busca a Robert Langdon” le indicaron que debía reunirse con el famoso profesor y experto en simbología norteamericano para que le revelara algo importante.
El problema fue que ese mismo mensaje a la policía, al mando de Bezu Fache, le dio a entender que el asesino de Saunière era Langdon. Sophie se presenta en el Louvre pretextando que en su oficina ya han descifrado una secuencia de números que también había dejado su abuelo, pero en realidad todo es una excusa para hacerle saber a Langdon que es investigado como el probable asesino y que tiene que escapar inmediatamente. Con ella.
La huida resulta ser, al cabo de unas horas, un viaje a la historia a lo largo de dos milenios, en busca nada menos que de los descendientes del hijo de Dios. Langdon alerta a Sophie sobre un secreto importante que guardaba su abuelo, secreto que la iglesia católica busca sellar eternamente y que ésa es la razón del asesinato de Saunière.
Los prófugos se refugian en la mansión de  Sir Leigh Teabing, un caballero inglés afincado en París que está terriblemente obsesionado con encontrar la verdad sobre el papel de María Magdalena en la vida de Jesús y sobre la posible descendencia entre amos. Teabing es un fanático al que no le importa matar con tal de hacerse con el secreto, pero usa su reputación de caballero y afamado historiador para ganar la confianza de quienes lo rodean, incluido el propio Langdon.
Tras una noche tormentosa en la que sus vidas corren peligro a cada instante, Sophie y Langdon dan con la verdad no sólo sobre el paradero de los restos de María Magdalena, sino con la identidad de los descendientes de la milenaria pareja. Entonces Sophie descubre que cuando su abuelo la llamaba “princesa” le concedía su rango como la descendiente del Rey de Reyes.

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