Danglars
es un personaje de gran relevancia en la más extraordinaria novela de Alexandre
Dumas, es la representación del villano sin escrúpulos ni refinamiento, cuyo único
fin es enriquecerse y cobrar con ello gran influencia.
De joven
fue marinero en el barco el Faraón,
junto al más joven y más ingenuo pero más inteligente Edmundo Dantés, a quien
desprecia y envidia, pero al mismo tiempo se finge su amigo. Al ser Dantés
nombrado capitán del barco, puesto que Danglars ambicionaba, su odio hacia el
joven aumenta. Ambos estuvieron en el último viaje del Faraón en la isla de Elba, prisión de Napoleón Bonaparte después de
su primera abdicación. Dantés lleva a Marsella, en lugar de su capitán muerto,
una carta de un bonapartista, justo en la época en que tal hecho constituía una
traición al rey Luis XVIII. Danglars, que conoce el secreto, se confabula con
Fernando Mondejo, primo y enamorado de la novia de Dantés, Mercedes, para
acusarlo de bonapartista y traidor.
Ambos escriben
una carta con la acusación y la envían al procurador del rey, suceso que
provoca el arresto de Dantés el día de su boda y su posterior encarcelamiento
durante trece años. Mientras Dantés se muere de desesperación en su celda y se
nutre de la gran cultura del abate de Faria, Danglars progresa con
extraordinaria rapidez. Se muda a París, se vuelve banquero y experto en
incrementar su capital, e incluso por un servicio al rey es hecho noble con el
titulo de barón.
Cuando ya
Danglars es uno de los hombres más poderosos de París, con una gran fortuna
aunque también con personalidad de nuevo rico, nada cultivado ni refinado, con
un pésimo gusto, que compra obras de arte falsas que considera autenticas (este
hecho se acentúa incluso en la película de 1975, protagonizada por Richard
Chamberlain, cuando Montecristo, con apenas una mirada, le revela que su busto
de Imhotep es una falsificación muy buena)
llega a la ciudad un personaje misterioso, tan rico que impresiona al banquero,
quien se precia de conocer las mayores fortunas del mundo, pero ignora por
completo la del recién llegado.
Danglars no
desconfía en absoluto de ese multimillonario que trae consigo cartas de crédito
ilimitado para retirar de su banco cuánto desee. Sabe que quizás puede obtener
beneficios de un hombre tan rico y eso para él es lo importante. Además, ese
tal Montecristo, que al parecer procede de oriente, es un personaje exótico que
todo lo compra y que impresiona a la alta sociedad parisina con su gran poder y
sus modales y gustos refinados, razón por la cual se convierte en el hombre de
moda en París, y a la vez vuelve una moda para la aristocracia tener buena
relación con él.
No hay
motivo para desconfiar de ese oriental, es un hombre al que sencillamente le
sobra el dinero, por lo que no tiene reparo alguno en gastarlo a manos llenas,
y Danglars está dispuesto y presto para poner la charola y atrapar algo del
derrame. No recuerda ya para entonces a su antiguo “amigo”, aquél joven
inteligente pero inculto, a quien mandó a pudrirse a una prisión. Y como su
menta sólo está concentrada en ganar dinero, a Danglars le es imposible
siquiera fantasear con que Dantés esté vivo, dispuesto a vengarse y que sea un
hombre poderoso.
Pero de
pronto empiezan a ocurrirle cosas catastróficas e inexplicables: su fortuna se
esfuma de la noche a la mañana, junto con su reputación, y el acaudalado príncipe
italiano, con quien pensaba casar a su hija para recuperar crédito, resulta ser
un delincuente. Pero todo lo atribuye a una mala pasad del destino, y hasta muy
tarde descubre que ha sido víctima de una extraordinaria venganza, planeada y anhelada
durante casi veinticinco años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario