sábado, 14 de septiembre de 2013

Lydia Bennet, de Orgullo y prejuicio

La extraordinaria novela Orgullo y prejuicio, de la genial escritora Jane Austen, es precursora de muchos de los personajes tópicos de la literatura y del cine de la actualidad. Tal pareciera que la autora diseñó los moldes de los que, dos siglos después, serían una producción en serie para las masas de sus personajes.
Si Fitzwilliam Darcy y Elizabeth Bennet son el prototipo de caballero y heroína, Lydia Bennet lo es de la bonita, tonta y superficial tan producida por Hollywood hoy en día. Lydia es la menor de las hermanas Bennet, tiene quince años, y podría ser también la más descerebrada de las cinco de no ser porque tiene que compartir el titulo con su hermana Catherine, su secuaz y admiradora.
Lydia y Catherine son dos adolescentes superficiales que sólo piensan en fiestas y en oficiales del ejército. Éstos son las debilidades de ambas, tanto que se vuelven locas apenas ven un tipo de uniforme y no lo ocultan jamás. Su adicción a los oficiales es tan notoria que algunos personajes de la novela hacen sarcásticamente hincapié en ello.
Cuando aparece en sus vidas el irresistible George Wickham metido en su uniforme, enloquecen por él, sin pensar siquiera qué tantos escrúpulos tendría el hombre. Ambas hermanas son de manera indirecta, junto con la madre, las culpables de que Darcy tarde tanto tiempo en declararle sus sentimientos a Elizabeth, ya que lo aterra el hecho de emparentar con personas que constantemente están haciendo el ridículo o planeando cómo hacerlo.
Uno de los temores de la sensata Elizabeth es que su hermana Lydia algún haga una tontería. Y vaya que la hace. Cuando el encanto de George Wickham es superado por sus deudas de juego y sus mentiras empiezan a aflorar, decide marcharse, pero Lydia no tiene reparo alguno para irse con él, sin que siquiera haya un compromiso y mucho menos un matrimonio de por medio.
En la época en que está narrada la historia, tal acción era un aterrador desprestigio para la familia, mas Lydia jamás piensa en ello. Afortunadamente, antes de que Wickham la olvide en alguna posada, la salva el hecho de que Darcy está enamorado de su hermana y dispuesto a gastar parte de su descomunal fortuna para ayudarla. Darcy encuentra a Wickham y lo soborna para que se case con Lydia, de tal manera que el honor de la familia Bennet quede intacto. Aunque el hecho no deja de ser, como luego señala la tía de Darcy, un mero remiendo.
Al parecer el capricho de Lydia y el compromiso, previo arreglo económico, de Wickham dura poco. Al final de la novela el matrimonio ya está haciendo aguas por todos lados, pero no se aclara en qué para todo ni cuáles son las consecuencias del aburrimiento que ambos experimentan al poco tiempo de casados.

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