La extraordinaria
novela Orgullo y prejuicio, de la
genial escritora Jane Austen, es precursora de muchos de los personajes tópicos
de la literatura y del cine de la actualidad. Tal pareciera que la autora diseñó
los moldes de los que, dos siglos después, serían una producción en serie para
las masas de sus personajes.
Si Fitzwilliam Darcy
y Elizabeth Bennet son el prototipo de caballero y heroína, Lydia Bennet lo es
de la bonita, tonta y superficial tan producida por Hollywood hoy en día. Lydia
es la menor de las hermanas Bennet, tiene quince años, y podría ser también la
más descerebrada de las cinco de no ser porque tiene que compartir el titulo
con su hermana Catherine, su secuaz y admiradora.
Lydia y Catherine
son dos adolescentes superficiales que sólo piensan en fiestas y en oficiales
del ejército. Éstos son las debilidades de ambas, tanto que se vuelven locas
apenas ven un tipo de uniforme y no lo ocultan jamás. Su adicción a los
oficiales es tan notoria que algunos personajes de la novela hacen sarcásticamente
hincapié en ello.
Cuando aparece
en sus vidas el irresistible George Wickham metido en su uniforme, enloquecen
por él, sin pensar siquiera qué tantos escrúpulos tendría el hombre. Ambas hermanas
son de manera indirecta, junto con la madre, las culpables de que Darcy tarde
tanto tiempo en declararle sus sentimientos a Elizabeth, ya que lo aterra el
hecho de emparentar con personas que constantemente están haciendo el ridículo o
planeando cómo hacerlo.
Uno de los
temores de la sensata Elizabeth es que su hermana Lydia algún haga una tontería.
Y vaya que la hace. Cuando el encanto de George Wickham es superado por
sus deudas de juego y sus mentiras empiezan a aflorar, decide marcharse, pero Lydia
no tiene reparo alguno para irse con él, sin que siquiera haya un compromiso y mucho
menos un matrimonio de por medio.
En la época
en que está narrada la historia, tal acción era un aterrador desprestigio para
la familia, mas Lydia jamás piensa en ello. Afortunadamente, antes de que Wickham
la olvide en alguna posada, la salva el hecho de que Darcy está enamorado de su
hermana y dispuesto a gastar parte de su descomunal fortuna para ayudarla. Darcy
encuentra a Wickham y lo soborna para que se case con Lydia, de tal manera que
el honor de la familia Bennet quede intacto. Aunque el hecho no deja de ser, como
luego señala la tía de Darcy, un mero remiendo.
Al parecer el capricho de Lydia y el compromiso, previo arreglo económico,
de Wickham dura poco. Al final de la novela el matrimonio ya está haciendo
aguas por todos lados, pero no se aclara en qué para todo ni cuáles son las
consecuencias del aburrimiento que ambos experimentan al poco tiempo de
casados.
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