jueves, 5 de septiembre de 2013

Señor Bennet, de Orgullo y prejuicio

Yo creo que hay tres personajes (masculinos ya hablaré luego de los femeninos) culpables de la grandeza inigualable de la novela Orgullo y Prejuicio. El primero naturalmente que es el perfecto caballero Fitzwilliam Darcy, el segundo, el muy divertido e idiota William Collins, y el tercer puesto sin duda le corresponde al agradabilísimo Señor Bennet.
Bennet es un caballero educado y de muy finos modales, pero tiene cinco problemas: su esposa, tres intratables hijas y la certeza de que al morir su patrimonio irá a parar a manos de su sobrino lejano, William Collins, por lo que dejará a su familia desprotegida.
Pero aun así no pierde su excelente buen humor. A conservarlo quizás lo ayudan sus otras dos hijas, Jane, la más bella que además tiene unos sentimientos muy nobles, y Elizabeth, la más inteligente y por consecuencia también la más cercana a él.
Para evadir su turbia realidad familiar, Bennet suele encerrarse en su biblioteca y minimizar cualquier problema que se le presenta. A sus tres hijas menores y a su esposa las da por pérdidas, literalmente, mientras que tiene esperanzas de que sus dos favoritas logren labrarse, gracias al matrimonio, un buen futuro.
Su elevada inteligencia le sirve para analizar siempre a las personas que de alguna manera pueden intervenir en su vida. Sus diagnósticos suelen ser bastante acertados además de muy agrios. Nunca externa sus verdaderas intenciones más que con su hija Elizabeth, la única con la inteligencia necesaria para entenderlo.
Otra de sus características es que hace sarcasmo aun de las peores desgracias. Casi al final de la novela, cuando ya tiene tres yernos: Darcy, un aristócrata elegante y refinado, Bingley, un joven de buena posición y de nobles sentimientos, y Wickham, un rufián de lo peor, dice que este último es su favorito porque es encantador y tiene una extraordinaria colección de sonrisas.

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