Hace
tiempo que, en este blog dedicado a las biografías de personajes ficticios,
quería subir una entrada en la que abundara un poco en el tema de las características
precisas que hacen a un personaje literario interesante, adictivo incluso para
los lectores. Porque, a fin de cuentas, una buena historia radica en gran
medida en qué tan atractivos son aquellos personajes que participan en ella.
No es
posible decir con exactitud qué habrá de tener un protagonista para que los
lectores se enamoren de él, pero sí que se puede hacer hincapié en qué características
realzan a un personaje, aunque a veces no sea del todo valorado por los
lectores. Porque eso suele ocurrir. Ahí tenemos el caso del bandido Luigi Vampa, culto, de sangre fría, misterioso y, aun siendo un delincuente, leal como
el más valiente soldado, pero que ni con todas esas “cualidades” -en el sentido
literario, claro está- es uno de los personajes más apreciados de El conde de Montecristo.
Pero, sin
salirnos de la personalidad de Vampa, él reúne muchas de las características
que a otros habitantes de libros han hecho grandes. Tal vez si no alcanzó demasiada
celebridad se debe sólo al hecho de que Dumas no le dio más páginas en la
monumental novela. Su compañero de libro, protagonista y hasta Jefe, Edmundo Dantés, tan interesantemente oscuro como él, es lo que es gracias en parte a la misteriosa personalidad que logra
construirse incluso con la complicidad del lector, factor que no acompaña a
Vampa, quien se guarda sus misterios incluso con los lectores.
Drácula,
el personaje, también se hace interesante en la medida en que está rodeado de
muchos misterios. Después de la primera parte de la novela, deja de hablar casi
por completo, y quizás eso fue un acierto de Bram Stoker, porque con ello
aumentan los misterios y el interés por el personaje. Si bien es cierto que
cada que habla decae el encanto.
Van Helsing no es precisamente un personaje interesante por sus muchos misterios, pero sí por
la cultura que según contiene en la cabeza, rasgo que comparte con Edmundo
Dantés, pero éste tiene la ventaja de que aunado a ello guarda infinidad de
misterios a su alrededor, y eso sin duda aumenta el interés por él en los lectores. Van Helsing de hecho decae como personaje hacia el
final del libro que protagoniza, mientras que Dantés jamás deja de crecer.
Albram Dorogant es otro personaje al que los misterios que lo envuelven hacen grande. Aunado
a ello, su compleja personalidad crea otros aparte de los que divulgan quienes lo
rodean, haciendo al personaje un cúmulo de misterios que se va haciendo más y más
interesante en la medida en que avanza el libro. Pero en la misma obra se
aprecia que no sólo con “cosas oscuras” un personaje atrae al lector. Baon Lornman tiene, al parecer, pocos misterios, pero su personalidad apática, casi
inexistente, que sin embargo ve con fiereza al peligro, lo hacen casi tan
grande como Albram.
Mas es
cierto que no sólo con misterios crece un personaje y se gana la admiración de
los lectores. Fitzwilliam Darcy cobra atractivo de una manera diferente, siendo
bueno mientras los demás dicen que es malo.
Viernes,
el gran Viernes, amigo inseparable de Robinson Crusoe, es tan grande en la
literatura sencillamente porque no tiene competidores, es el único personaje
importante en la novela después del protagonista. Porque, siendo sinceros, ¿qué
tiene de interesante ese Viernes que no tengan tantos otros?
Lord Henry Wotton es otra cara de la moneda en cuanto a personajes interesantes. Él no
conquista al lector con lo que oculta ni con lo que hace: le basta únicamente
lo que dice, a diferencia de su corrompido -muy a propósito- discípulo, Dorian Gray, que es lo que es por lo que hace.
Al final de las cuentas, un
personaje literario interesante tiene que poseer características difíciles de
hallar en personajes reales: misterios, sarcasmo, valentía, honor, descaro,
conocimientos abundantes e incluso estar enamorado de su soledad. Aunque,
claro, eso no garantiza que conquiste a los lectores. Hay algunos magníficos
que han pasado desapercibidos.
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